✔Capítulo 1: El hombre del Ferrari y la mujer bajo la lluvia.
Char.
El grito asustado de una mujer se escuchó antes de que yo frenase mi motocicleta tan fuerte y rápido como pude. Eso no fue suficiente para evitar que el idiota consiguiese chocarme. Al menos puedo decir que tuve suerte, ya que él bajó también la velocidad y el impacto no fue tan doloroso. De igual manera, acabé tendida en el suelo, lastimada en el brazo derecho por haber caído de costado y con la pierna atrapada debajo de mi motocicleta volcada.
—¡Maldición! ¡En verdad lo siento! —exclamó el conductor, apagando el vehículo y abriendo la puerta para después bajarse con increíble rapidez, casi como con miedo y con cara de preocupación.
Lo que me atropelló fue un impresionante auto rojo descapotable parecido a un Ferrari. El hombre que lo conducía tenía cabello negro y ojos oscuros. En realidad no pasaría de los treinta y cinco años, pero la forma en la que me observaba –con el rostro contraído por el miedo– lo hacía ver mucho más como un niño que acababa de romper el jarrón favorito de su madre.
—¡Fíjate por dónde vas, imbécil! —le grité como respuesta, enojada, quitándome el casco que me salvó de un golpe peor. Un sujeto en un coche azul hizo sonar impaciente la bocina para que nos apartáramos del camino ya que el semáforo estaba en verde.
—¿Te lastimaste? ¿Estás herida? —preguntó con genuina voz de arrepentimiento, pasándose la mano por el cabello, nervioso. Le dediqué mi más fulminante mirada antes de concentrarme en tratar de quitarme la motocicleta de encima—. Por favor dime que nada malo te sucedió, ¡no se suponía que alguien saldría herido con esto! Solo tenía que ir a esa escuela, entregar el libro y ya. ¡No incluía nada sobre atropellar a alguien!
—¡Ya cierra la boca! —le interrumpí tirando el casco a mi lado con algo de rabia—. Estoy bien, ¿vale? Por suerte no me hice demasiado daño. Ahora cállate. Compórtate como adulto, ¿quieres?
Me miró algo confundido ante mi respuesta, pero opté por ignorarle. Apoyé las manos en el piso para ponerme de pie. Él pareció haberse recompuesto al notar mis esfuerzos para pararme y me ayudó quitándome la motocicleta de encima y acomodándola a su lado. El del coche azul volvió a sonar la bocina, esta vez durante más tiempo.
Él hizo amague de ayudarme, pero extendí uno de mis brazos para indicarle que mantuviese distancia. El hombre entonces se detuvo en seco y yo me levanté por mí misma. Una vez de pie, recogí mi casco y lo colgué en el manubrio de mi vehículo. Distinguí mi pantalón y las mangas de mi suéter llenas de tierra y puntos de sangre.
—Pudiste haberme matado —le espeté apenas el hombre del auto azul volvió a insistir con la bocina. Pude percibir una molestia mínima en la pierna que había quedado atrapada bajo la moto, pero no era grave—. Peor aún; ¡pudiste haber abollado la moto!
—Lo siento. No fijé en que venías de ese lado de la carretera —continúo disculpándose, ya más tranquilo. Entonces me dedicó una mirada que parecía de familiaridad a la vez que yo me acercaba a mi vehículo—. Disculpa, pero ¿cómo te llamas?
—¿Por qué te interesa? —contesté sin verle, revisando mi motocicleta.
—Si me llaman porque una adolescente me demandó por haberla atropellado, me gustaría saber de quién hablan.
—¿Qué? ¿Acaso haz arrollado otras chicas?
—Pocas —me respondió. Vi en mi moto unos cuantos raspones en la pintura de la parte delantera y del costado, y una grieta en uno de los espejos laterales. Maldije entre dientes—. Yo soy Seth —se presentó al notar que no le daba una respuesta.
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Gracias a un libro
Teen FictionEl libro, según el diccionario, es un conjunto de hojas impresas que forman un volumen ordenado para la lectura. El libro, según Char y Matt, es alguna clase de portal mágico gracias al cual chocaron con la vida del otro, y con el cual acceden a otr...