35 | Stone, tenemos un problema

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[Multimedia: Better PlaceRachel Platten]

Capítulo 35: Stone, tenemos un problema.

Matt.

Char y yo caminamos de la mano por una calle oscura únicamente iluminada por los faros que bordeaban la acera. Ella avanzaba con una gran sonrisa y hablaba de algo que había sucedido en su clase de álgebra con un chico llamado Travis, pero apenas podía oírla. Me sentía como un idiota enamorado de películas trilladas mirando solamente la manera como movía la mano que tenía libre para expresarse o cómo sus ojos se achinaban cuando trataba de hacerse entender en medio de palabras extrañas. La observaba con una sonrisa, asintiendo de vez en cuando, hasta que divisé una enorme casa pintada de naranja al final de la calle. Char me la señaló.

—Esa es la casa de Ray —me dijo, acercándose por el camino que llevaba al pórtico y avanzando hasta la puerta. Recordé que íbamos a reunirnos allí porque Char no quería estar en su casa debido al asunto del juicio y Dani tenía problemas con sus padres, así que tampoco quería estar cerca de ellos. Char tocó el timbre sin soltarme, y se escucharon algunos ruidos adentro antes de que Dani gritase “¡Un momento!”.

—¿Quiénes están ahí? —pregunté con curiosidad, intentando mirar a través de las cortinas que cubrían las ventanas del primer piso. Solamente eran dos las que estaban iluminadas y no escuchaba música ni veía mucho movimiento adentro, así que deduje que no podría haber muchas personas. Char se encogió de hombros.

—Bueno, contando que Gin no ha podido venir y que nadie más sabía de mi cumpleaños... Podemos decir que Ray y Dani. También tú. Y el gato antipático de la madre de Ray —contestó, haciendo un gesto de repulsión con el rostro al mencionar al gato. Consiguió arrancarme una sonrisa. Volteó a mirar hacia la puerta cerrada—. La verdad es que no es una fiesta muy grande —aseguró, casi en un murmullo.

Algo en su tono sonaba un poco triste. Giré la cabeza hacia su dirección, leyendo en sus ojos lo mismo que había visto cuando la fiesta de Zander empezó a salirse de control. Lucía como una combinación de recelo y miedo. Yo sabía que estaba pensando en ese maldito viernes por la noche. Char había estado mejor esos meses, aunque todavía lo recordaba cuando ocurría algo en relación. Podría ser el hecho de que sucedió en un cumpleaños; ya no podía asistir a ninguna fiesta tranquilamente desde entonces. Notaba lo que estaba pensando y no quería que siguiese haciéndolo.

—Char, tengo algo para ti —le dije, buscando distraerla de su mente al menos unos cuantos segundos. Ella desvió la mirada de la puerta hasta conectarla con la mía y esbozó una sonrisa divertida con lo que parecía una pizca de incredulidad fingida. Cualquier rastro de sus pensamientos anteriores pareció desvanecerse de golpe.

—¿En serio? —preguntó, cruzándose de brazos y enarcando una ceja. Asentí antes de buscar la caja azul en el bolsillo de mi chaqueta. Char se inclinó un poco hacia adelante para tratar de ver qué era, pero en cuanto volví a mirarla, se enderezó de nuevo y observó hacia otro lado, como si no le importase—. Ya me han dicho eso hoy. Dos veces. En una, Ray me obsequió la mitad de su almuerzo. En la otra Dani me regaló un conjunto de ropa interior —añadió, haciéndome mirarla con el ceño fruncido. Ella volvió a sonreír—. Es rojo, por cierto. De encaje. Te gustaría.

—Sí... Creo que no hay duda —contesté, echándole un vistazo de pies a cabeza descaradamente a propósito. Para hacer que mi actuación fuese un poco más real, me relamí los labios mientras lo hacía, y por un breve segundo apareció en mi mente la imagen de Char utilizando la ropa interior que me había descrito. Como si ella pudiese ver en mi cabeza, me dio una fuerte bofetada.

—¡Matt! —gritó, intentando cubrirse con sus brazos, como si yo tuviese alguna clase de visión a través de la ropa. Me llevé la mano a la mejilla, adolorido. Char dio un paso atrás, pero a pesar de que actuaba como si no me quisiese cerca, ninguno dejaba de sonreír. Ambos sabíamos que era un juego estúpido—. ¡Eres un pervertido!

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