37 | Me engañaste

39 7 12
                                    

Capítulo 37: Me engañaste.

Matt.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y abrí los ojos de golpe. A mi alrededor todo estaba oscuro, y las siluetas de las cosas parecían temblar. Cerré los ojos con fuerza de nuevo para tratar de concentrarme en algo que no fuese el dolor de cabeza y el hecho de que los oídos me zumbaban. Lo primero que asaltó mi mente fue la imagen de Char, lo que consiguió provocarme una punzada de culpa en el pecho, aunque no sabía bien el por qué.

Intenté buscar en mi embotada cabeza algo más aparte de las fugaces imágenes que cruzaban muy rápido como para definirlas, pero a duras penas veía el rostro de Brittany. No recordaba del todo lo que había pasado luego de que mi padre se fuese a la tienda. No entendía lo que sucedía ni por qué estaba desnudo bajo las frazadas. Tenía mucho frío. Apenas si era capaz de pensar.

Oí pasos cerca de la puerta, aunque no sabía si estaban saliendo o entraban. Mi corazón empezó a bombear rápidamente y mi cuerpo entró en tensión, como si en cualquier momento alguien fuese a atacarme y tuviese que protegerme; como si estuviese en un estado de defensa permanente. Abrí los ojos de nuevo, pero apenas distinguí la figura de una chica antes de sentir que todo mi cuerpo se empapaba de agua helada.

Lancé un grito porque se sintió como si millones de agujas se clavaran en mi piel desnuda y me eché hacia atrás, tratando de alejarme. Choqué con el respaldo de la cama. Con la respiración agitada, la cabeza dándome vueltas y una sensación de congelamiento horrible, levanté la vista. No me sentí más aliviado al ver a Roxanne frente a mí.

—¡Te lo mereces! ¡Te lo mereces por ser un maldito idiota! —gritó antes de dejarme siquiera decir algo. En medio de mi confusión y mis temblores de frío, la vi arrojar furiosa un balde vacío al suelo junto a ella. El ruido se escuchó como amplificado y me provocó un doloroso martilleo en la cabeza—. ¿Qué es lo que sucede contigo? ¡Tienes una maldita novia que te ama, imbécil! ¿Y te metiste con la estúpida de tu ex-novia que además está completamente loca? ¡¿Es que acaso no te importa nada?! ¡No puedo creer que hayas hecho algo tan insensible! ¡Actúas como si quisieses arruinar tu vida!

—¿Qué...? —murmuré, pero la frase se vio interrumpida en cuanto un estremecimiento helado me recorrió el cuerpo. Me abracé para tratar de mantener el calor, pero cada gota de agua en mi piel se sentía como un pequeño aguijonazo de hielo. Roxanne seguía hablando, totalmente histérica y enfadada. Distinguí que movía las manos con desenfreno. En una de ellas vi una hoja de papel.

—¡Y ni siquiera te atrevas a negarlo! Vi a Brittany yo misma saliendo de tu habitación —exclamó, elevando el tono cada vez más en cada palabra—. ¡Te acostaste con ella, idiota!

Mi cabeza pareció sobrecargarse, pero en medio del dolor, las palabras de Roxanne consiguieron encender un recuerdo en mi mente. Esa afilada punzada en mi pecho se clavó aún más, y ahora sabía por qué me lastimaba de esa forma. Apenas fui capaz de seguir el hilo de los gritos de Roxanne mientras unía los fragmentos de mi memoria y me horrorizaba cada vez más. Pero ¿qué demonios había hecho?

—¿Qué vas a hacer si Brittany vuelve? Porque va a volver. Ahora jamás te va a dejar en paz, ¿entiendes eso? ¿Y qué vas a hacer si la embarazaste? ¿Te das cuenta de que le pudiste haber dado la razón exacta y completamente irrevocable para poder quedarse contigo? ¡Ella ganó! ¡Pudiste haberte atado a esa loca para siempre!

—Me acosté con Brittany... —murmuré, como si eso fuese lo único que hubiese oído de Roxanne. Escuchar mi voz pareció enfurecerla más. Noté que sus mejillas enrojecían de rabia y que temblaba como si necesitase liberar toda la ira que mantenía dentro.

Gracias a un libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora