Gracias a un libro

34 | Esta amistad

✔Capítulo 34: Esta amistad.

Char.

Abandoné mi habitación y me dirigí al primer piso. Mamá estaba terminando de organizar la cocina y Derek leía con atención el montón de cartas que solía dejar acumular en el buzón. Axel estaba sentado en el sofá comiendo un trozo de pizza, y conseguí distinguir en su tobillo el brillo de esa pulsera que activaba una alarma en algún lugar de la estación de policía si Axel se alejaba demasiado de casa o de la escuela. Los oficiales la utilizaban para asegurarse de que no escapase antes del juicio, pero por supuesto Axel no parecía tener intención de huir. Estaba demasiado convencido de que su padre lo resolvería todo como siempre; daba por sentado que ganaría.

—Hola Char. Feliz cumpleaños —dijo mamá con una sonrisa, al verme entrar para poder tomar una manzana de la cocina. A pesar de lo tensas que resultaban las cosas en casa, ella trataba de no incomodarme demasiado. Inclusive a duras penas se involucraba en las conversaciones acerca del juicio de Axel, aunque si lo hacía, era para apoyar a Derek sin mucha convicción.

—Gracias —contesté, dedicándole la sonrisa más sincera que fui capaz de mostrar. Derek resopló desde su lugar mientras tachaba con una cruz roja una carta antes de dejarla de lado y tomar otra.

—Genial. Un año más arruinando vidas —refunfuñó entre dientes, con los ojos fijos en la carta. Respiré profundo para no acabar respondiéndole algo y repitiéndome a mí misma que Derek solo estaba molesto porque no podía salirse con la suya conmigo. Opté por pasar su comentario por alto y alejarme hacia el grifo. Lo abrí para comenzar a lavar la manzana

—No lo escuches —me dijo mamá de espaldas a su esposo, acomodando los platos y vasos en la estantería. Hablaba en un tono tan bajo que deduje fácilmente que no quería que Derek la oyese—. Solo... Está estresado. Este asunto de Axel le agobia. Tienes que entender que estamos hablando de nuestro hijo.

—Sí, pero... Lo que están haciendo está mal —contesté, conteniéndome a tiempo para no decir algo como “Dices nuestro hijo como si valiese más que yo”. Concentré mi mirada en la manzana para no tener que verla a los ojos—. Entiendo que lo amen, pero tienen que dejarle enfrentar las consecuencias. Al menos una vez. Tratan a Axel como si fuese un rey. Le están dando todo, y él piensa que puede hacer lo que quiera. En algún momento tendrá que estrellarse. No pueden salvarlo por siempre.

Mamá no respondió. Se limitó a seguir organizando la vajilla, pero cuando giré un poco la cabeza para mirarla, me di cuenta de que lo hacía casi automáticamente. No estaba segura de qué tan de acuerdo estaba ella con testificar victimizándose, pero en sus ojos noté un pequeño rayo de duda, y durante un breve segundo creí que podría hacerla cambiar de opinión. Pero entonces Derek interrumpió desde la sala, y el rastro se desvaneció.

—Annie, una carta del tribunal.

Mamá giró la cabeza hacia la puerta y yo cerré el grifo de inmediato. Salí primero que ella con la manzana en la mano y tomé mi mochila de la escuela de encima de uno de los sillones. Axel apenas si se inmutó por la mención del tribunal. Observé por la ventana con impaciencia, esperando ver el auto azul de Dani. Ese día mi moto tenía restricción, así que no podía usarla para salir, y dependía de Dani para escapar. Pero ella no aparecía y yo tenía que irme antes de que comenzasen a hablar del juicio de nuevo. Últimamente no podía haber un solo día en casa donde no se mencionase el juicio.

—¿Qué? —cuestionó mamá, sacándose el delantal por encima de la cabeza y dejándolo sobre el espalar de una de las sillas. Se inclinó por sobre el hombro de Derek para poder ver las cartas—. ¿Qué dice?

—Es la fecha del juicio final —respondió él, pasado el dedo por sobre las palabras conforme leía—. Dice que han debido moverla por solicitud de Watson. Razones reservadas. Ahora es en cincuenta días.