✔Capítulo 48: Laberinto de Minworth.
Char.
Dejé de ver a Zander y Alexia siete giros atrás. Estaba con un esqueleto, una niña vestida de princesa árabe y un vaquero que la tenía tomada de la mano. Caminábamos por pasillos de vidrio y espejos, así que no teníamos forma de saber si íbamos hacia una salida o si estábamos dando vueltas. Las luces eran focos de colores en el suelo que parpadeaban. Algunas inclusive pitaban como si fuesen a estallar. Era una linda manera de pasar la noche.
—Maldición, ¡papá! —gritó el chico esqueleto emocionado, señalando algo a su derecha—. ¡Tienes que ver esto!
El vaquero se acercó. Detrás del cristal que el esqueleto señalaba se veían cinco camillas de hospital en un cuarto sin salida. Las paredes eran espejos que se reflejaban entre sí, dando la apariencia de que las camillas se extendían infinitamente. Había cadáveres descansando sobre cada una de ellas, el blanco del suelo estaba salpicado en sangre y hasta lograba captar un olor, como si algo estuviese pudriéndose. Una morgue.
—Está genial —murmuró el chico, sonriendo y pegando su rostro al cristal. Su padre tragó saliva, horrorizado, sin poder despegar la mirada. La niña que los acompañaba había desaparecido.
—Creo que deberíamos... —empezó el vaquero, pero tuvo que ahogar un grito cuando los cuerpos se incorporaron en la camilla. Los cadáveres miraron hacia nuestra dirección con sus cuencas vacías. Di un paso atrás, sobresaltada—. Vámonos, Mark —dijo el vaquero, agarrando a su hijo para arrastrarlo lejos, sin dejarle protestar—. Vámonos ahora, ¿dónde está Sarah?
Los cadáveres abrieron la boca como si estuviesen a punto de hablar, provocándome un escalofrío. Salí corriendo, pero me estrellé contra un vidrio y el dolor en mi abdomen estalló en consecuencia. Me apoyé contra el cristal, intentando recuperarme. El calor pareció aumentar veinte grados, haciéndome sentir cansada y entumecida, pero no podía quedarme quieta. Empecé a caminar lentamente con una mano al frente para no chocarme de nuevo. Me preguntaba cuánto llevaba en el laberinto. ¿Diez minutos? ¿Quince? ¿Cuánto faltaría para salir?
Un sonido parecido al de cadenas chocando entre sí se oyó desde mi izquierda. Volví la cabeza, distinguiendo un pasillo solitario algo más iluminado que el resto. Decidí recorrerlo, caminando en alerta, como si algo fuese a saltar de la nada en cualquier momento. Entonces una de las luces del otro lado del vidrio parpadeó, mostrándome un polvoriento pasillo vacío, pero se apagó casi de inmediato. Unos segundos después, la luz se encendió por completo, iluminando a un sujeto sentado frente a una mesa con una bola de cristal. Un grito salió de mi garganta y di un salto atrás, asustada. ¿De dónde había salido?
Mi corazón aumentó el ritmo cuando el hombre calvo vestido con una bata rasgada alzó sus ojos negros para conectarlos con los míos. Su rostro estaba surcado de arrugas y la luz hacía que su piel se viese verde. Me sonrió tétricamente, colocando sus manos en la mesa.
—Hola, linda —dijo con una voz grave, haciéndome estremecer. No contesté ni me moví, como si estuviese petrificada—. ¿Estás buscando la salida? Puedo ayudarte. —Señaló las imágenes que parecían agolparse dentro de la esfera—. Si te acercas lo suficiente, podrás ver el mapa que te guiará hasta afuera. Podrás reunirte con Matt.
—¿Qué...? —balbuceé—. Pero, ¿cómo...?
Tenía una sensación horrible en el pecho, como si algo asqueroso estuviese llenándome por dentro. Traté de pensar que Zander tenía algo que ver con eso, pero seguía siendo aterrador. Quería correr, solo que no podía moverme. El sujeto no dejaba de mirarme a los ojos como si quisiese ver en mi alma y luego robármela. Hizo un gesto con su mano para que me acercase.
ESTÁS LEYENDO
Gracias a un libro
Dla nastolatkówEl libro, según el diccionario, es un conjunto de hojas impresas que forman un volumen ordenado para la lectura. El libro, según Char y Matt, es alguna clase de portal mágico gracias al cual chocaron con la vida del otro, y con el cual acceden a otr...