38 | En un segundo

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Capítulo 38: En un segundo.

Char.

Los siguientes segundos pasaron como una exhalación para mí. Tardé tanto en darme la vuelta y dejar de mirar a Matt que casi sentí como si hubiese separado dos imanes que se resistían demasiado a apartarse. Le di la espalda, apretándome la muñeca derecha con la otra mano, y Roxanne se apresuró a dejar en el suelo la caja de cartón llena de latas de crema batida para poder acercarse a mí. Me puso una mano en el hombro y me dijo algo como “¿Estás bien?”. No estoy segura de qué le respondí, pero para cuando quise darme cuenta, ya habíamos cruzado la puerta y estábamos las dos en un auto naranja chillón yendo en dirección a la casa de Brittany. Matt no me siguió.

En cuanto la ira abandonó mi cuerpo, sentí como si todas mis defensas se hubiesen derribado y me hubiese obligado a mí misma a volver a afrontar la realidad. Me enrosqué en el asiento del copiloto mientras Roxanne hablaba de algo a lo que no le prestaba atención. Por mi cabeza daban vueltas una y otra vez los nombres de Dani, Gin y Matt. No sabía por qué, pero no dejaba de pensar en ellos. Dani, Gin, Matt.

Los ojos se me llenaron de lágrimas. Sentía el pecho lleno de algo pegajoso que crecía y me ahogaba. Tenía que sacarlo de alguna manera. Finalmente, acabé quebrándome y contándole a Roxanne acerca de todo. Acerca de mi mejor amiga, de su hermana menor; acerca del juicio y la manera como mi padre me trata como si valiese menos; acerca de lo impotente y débil que me sentía frente a lo que Matt me había hecho. Hablaba en medio del llanto, y Roxanne me escuchaba, pero no me sentía mejor.

Luego de varios minutos que se me hicieron eternos, el auto quedó en silencio. Roxanne no dijo nada, como si no supiese qué responder o como si pensase que no debía de hablar. Permaneció en silencio por primera vez en todo el tiempo que llevaba de conocerla, conduciendo a una velocidad que estaba segura no era legal.

Me limité a frotarme los ojos para tratar de dejar de llorar. No sabía que había tanto dentro de mí que necesitase liberar. De igual forma, no había dejado de doler. Tenía la sensación de que hacía falta hacer daño para que a mí dejasen de hacerme daño. Tenía la sensación de que era necesario que alguien pagase por lastimarme. Mientras veía las casas y los árboles pasar como manchas coloridas por la ventana, tenía la sensación de que debía vengarme.

Cruzamos por una calle básicamente vacía en la cual las casas dejaban de ser casas para convertirse en enormes mansiones cada vez más espaciadas entre ellas. Ni siquiera me pregunté cómo sabía Roxanne en dónde vivía Brittany. Observé brevemente el cielo, dándome cuenta de su tonalidad gris oscura, que daba la apariencia de estar a punto de romper en una terrible tormenta. No me sorprendió; por lo que sabía, Inglaterra lucía siempre como si estuviese de luto.

Aparcamos frente a una mansión de al menos tres pisos y un ático, pintada de blanco con detalles en azul metalizado, que se alzaba majestuosamente en medio de una zona verde. Veía ventanales completos decorando las paredes. Tenía una cochera gigantesca, y un sendero de ladrillo bordeado con árboles perfectamente podados llevaba a la puerta principal. Roxanne apagó el rumor del auto.

—Ya estamos aquí.

Echó un vistazo a la mansión sin dar señales de sorpresa, como si la hubiese visto muchas veces. Yo sí que estaba asombrada, aunque no quería concentrarme en su magnificencia. Era menos fantástica que la de Zander, pero no por eso menos admirable. Desvié la vista hacia Roxanne, quien me miraba de una forma que no entendía. Realmente no sabía lo que estaba pensando respecto a todo lo que le había dicho, y en realidad poco me importaba. Solo quería decírselo a alguien. Incluso se lo hubiese soltado a Matt –de no haber más personas–. Le lancé una mirada para decirle que estaba bien y ella asintió.

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