✔Capítulo 30: Damos comienzo a la sesión.
Matt.
“Las estrellas dejaron de ser lo más brillante del lugar cuando dos haces de luz empezaron a dibujar con delicadeza las siluetas de dos cuerpos en medio de la oscuridad arrebatadora del vestíbulo. En cuestión de segundos, las líneas de luz verde se desvanecieron, dejando a la vista a dos personas juntas, sosteniendo un libro. Aunque la sala volvió a sumirse en la oscuridad, los ojos de ambos refulgían como si tuviesen luz propia.
Con lentitud, se separaron, volviendo a acomodarse frente a frente. El muchacho dejó el libro abierto en una pequeña mesa detrás de sí. Regresó la vista a la chica, quien lo observó divertida antes de que una sonrisa decorase su rostro, perfilando aún más su belleza. Él no pudo evitar sentir como si una gran fiesta estuviese celebrándose en su interior, llena de luces y música. Le fascinaba verla sonreír. Le fascinaba; y creía que cada vez que lo hacía, era necesaria una celebración que le demostrase lo grandioso que era sencillamente verla.
—Estás hecho un desastre todavía —le dijo ella, mirándolo divertidamente. Se habían limpiado un poco la crema batida con la que habían acabado cubiertos, pero de todas maneras su ropa y cabello habían terminado pegajosos. Ella se cruzó de brazos—. Quizás deberías practicar un poco más tus técnicas de defensa contra los postres.
El chico se echó un vistazo antes de encogerse de hombros con desinterés. Le parecía curioso saber que hacía tan solo unos meses hubiese estallado por la simple razón de imaginar que estaría metiéndose en algo tan ridículo como una batalla de crema. En ese momento, sin embargo, solo podía pensar en que le encantaba de todas maneras. Lo había hecho con la chica de la que estaba enamorado, y además se había divertido. Se sentía muy bien cada segundo que pasaba con ella.
—Bueno, no debería sorprenderte —respondió él, dándose cuenta de que no era la primera que se veía perdiendo en medio de una guerra de dulce. Recordaba el chocolate, y al notar que no había tenido suerte tampoco con la crema, decidió que la próxima vez no dejaría que le venciesen de nuevo—. Soy pésimo en este tipo de guerras. Supongo que es mi culpa por enfrentarme contigo. Debí haber aprendido de la última vez que tuviste a tu alcance una cantidad descomunal de dulce.
La chica rió en el momento en el cual vino a su cabeza la imagen del muchacho cubierto de pies a cabeza de chocolate. Y luego, la pequeña pelea de crema que tuvieron solo unos minutos antes. El chico sonrió al verla reír. Ella también amaba ese pequeño regalo que iluminaba aquellos ojos azules como dos lagos en los que le gustaría perderse. Y toda esa mezcla de agradables sensaciones la hizo sentir un aleteo de cristal en el pecho. Una pequeña y delicada mariposa que ella sentía la necesidad de cuidar. Revoloteaba en su interior, sin dejar de dar vueltas que le encantaban.
Los dos permanecieron observándose con cuidado. A pesar de la oscuridad que los envolvía, ambos sentían que podían verse con total claridad. Era como si cada uno estuviese navegando a ciegas, siendo dirigidos únicamente por dos faros que los mantenían a flote. Los que él seguía eran dos preciosas esmeraldas suaves que parecían jamás apagarse, iluminando sus días. Ella tenía dos zafiros que brillaban con una intensidad solamente atribuida al amor para guiarse. Todo lo que tenían que hacer era perseguirlos. Perseguirlos como si fuesen lo único que pudiese salvarlos del naufragio.
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Gracias a un libro
Fiksi RemajaEl libro, según el diccionario, es un conjunto de hojas impresas que forman un volumen ordenado para la lectura. El libro, según Char y Matt, es alguna clase de portal mágico gracias al cual chocaron con la vida del otro, y con el cual acceden a otr...