13 | Tercer strike

71 11 3
                                    

Capítulo 13: Tercer Strike.

Matt.

Brittany enredó sus dedos en mi cabello con fuerza para evitar que me alejase de ella. No dejaba de hacer presión con sus labios sobre los míos, buscando más cercanía a pesar de que parecía imposible. Cuando trató de irrumpir con su lengua en mi boca, la agarré de la cintura para poder alejarla de mí, apartando el rostro bruscamente.

—¡Matt! —gritó con una sonrisa, como si no hubiese percibido mi rechazo, antes de lanzar sus brazos a mi cuello y abrazarme. Podía sentir sus curvas estrechándose contra mi cuerpo gracias a la ropa ajustada que llevaba—. ¡No sabes cuánto te extrañé!

Intentó volver a buscar mi boca, pero me encargué de tomarla de los hombros para empujarla lejos y evitar que volviese a acercarse a mí. Di un paso atrás para ponerme fuera de su alcance. La fulminé con la mirada tratando de ignorar su sonrisa de alegría.

—¿Qué estás haciendo aquí? —exclamé con enojo, frunciendo el ceño. No era la primera vez que hacía eso, pero tampoco podía tolerar que no fuese la última.

—¿No puedo venir a visitar a mi novio? —preguntó en tono casi acusador, como si quien hubiese cometido el error fuese yo y no ella—. Te extrañaba y quise verte. Eso es todo.

Casi lo dijo con cariño. O bueno, hubiese podido llamarlo “cariño” de no ser porque sabía que ella no me quería. Brittany estaba obsesionada conmigo. Ni siquiera entendía por qué. Eso no podía catalogarse como cariño. Simplemente tenía un problema muy grave, y yo necesitaba deshacerme de ella. Al menos, durante un día más.

—No puedes venir aquí porque no soy tu novio —le recordé, quizás por milésima o millonésima vez. Le señalé la puerta que había dejado abierta detrás de sí—. Agradecería que te fueras, por favor. En este momento tengo otra cosa de la cual encargarme.

—¿Otra vez? Vamos, Matt, ¿cuándo tendrás tiempo para mí de nuevo? —preguntó haciendo un puchero dolido. En otro tiempo eso habría conseguido hacerme sentir culpable, pero ahora era solo uno más de sus recursos para tratar, en vano, de manipularme.

—Nunca —aseguré, consciente de que debía de haber tenido esta conversación con ella más de cien veces, y que a pesar de todo seguía insistiendo—. ¿No recuerdas las muchísimas veces que te he dicho que no quiero volver a verte? ¿Por qué no puedes entender que hemos terminado?

—No voy a irme, Matt —contestó algo molesta, evadiendo mi pregunta y dando un paso hacia mí—. Sé que puedes posponer tu asunto y centrarte en mí. En nosotros.

—Por favor vete de aquí, Morgan —le pedí una vez más, tratando de mantenerme tranquilo. Perder la paciencia con ella nunca me había funcionado—. No puedo posponer lo que tengo que hacer por nosotros porque no hay un “nosotros” —repetí. ¿Por qué no era capaz de entender ese simple concepto?—. Tienes que irte. No te quiero cerca.

—Lo que dices no es cierto —aseguró de golpe, colocándose a la defensiva. Me limité a suspirar y a bajar la mirada, recordando todas las veces en las que me lo había negado—. Sé que en la tienda solo te alejaste porque la pelirroja te molestaba, ¿verdad? Ella se estaba metiendo entre los dos, ¿cierto? ¿Era eso?

La pelirroja. Char. Char molestándome, pensé, sintiendo de inmediato que mi cabeza refutaba lo que había deducido. Char no me molestaba. Yo sentía todo lo contrario. Me gustaba estar con ella. Estaba loca, era alegre y optimista. Cada vez que veía su sonrisa sentía que no era capaz de fijarme en las cosas malas que me rodeaban. Y el hecho de no conocerla del todo solo me hacía querer averiguar más de ella. Saber más de la chica que me estaba comenzando a... ¿Qué, exactamente? ¿Qué sentía hacia ella?

Gracias a un libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora