2 | Bienvenida a Farxad

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Capítulo 2: Bienvenida a Farxad.

Char.

Conocida como "mamá" en aquella casa, Anna Stone estaba sentada en el sofá de la sala de estar cuando me vio llegar. Era mi primer obstáculo del día. Su traje formal delataba que hacía poco había regresado del trabajo, y traía el cabello castaño recogido en una coleta. Se puso de pie y se me acercó, cortando mi avance sin dejarme hacer más aparte de dar un paso dentro de la casa. Me observó con sus ojos grises mientras yo cerraba la puerta a mis espaldas.

—Hola, Char —dijo con una maternal sonrisa en su rostro. Desvíe la vista por encima de su hombro hacia las escaleras que llevaban a mi cuarto durante un segundo antes de verme forzada a sonreírle también—. ¿Qué tal te fue?

—Bien, no te preocupes. No me metí en problemas hoy —le dije con rapidez para tranquilizarla. Sabía que en esa pregunta había un explícito “Es el primer día de clases, ¿hiciste algo por lo cual nos puedan demandar?”. Dani, Ray y yo éramos el típico grupo de chicos que se veía envuelto en líos todo el tiempo en la escuela. Me encogí de hombros—. Aunque Dani tuvo un inconveniente por hablar de abstinencia sexual en medio de una clase sobre la declaración de independencia.

—Supe que llegaste tarde a la escuela.

—Un sujeto en un Ferrari me arrolló, ¿cuántas veces voy a tener que repetirlo? —contesté resoplando con enfado. Mi madre frunció el ceño, pero se dio cuenta de que era en serio cuando se fijó en mi ropa.

—Maldición, ¿estás bien? —cuestionó con preocupación repentina, haciendo amago de querer revisarme.

—Sí. No me gané más que unos pocos rasguños —contesté, apartándome para que no me buscara heridas. Mi madre asintió ante mi negativa, manteniendo la distancia.

—Tienes que tener más cuidado, Char —pidió—. La próxima vez puede que acabes peor. Sabía que esa motocicleta no era segura.

—¡Hey, no culpes a mi moto! Fue culpa del sujeto, él se me atravesó —refunfuñé, cruzándome de brazos. Mi madre enarcó una ceja, pero no respondió.

También pudo haberme dado un libro extraño que podría estar maldito, pensé, pero supuse que mi madre no estaría muy contenta de que el hombre me hubiese atropellado y además lanzado una maldición en mi primer día. Sabía que Seth lo había hecho. Me había entregado mi mochila con la cremallera entreabierta, me había preguntado mi nombre y hasta había balbuceado algo acerca de entregar un libro en cuanto me arrolló. Seth lo había hecho, estaba segura, pero ¿por qué?

—Algún día acabará matando a alguien —dijo mamá un segundo después.

—Sí... Hey, mamá, tengo que hacer un proyecto. Voy a ir a mi habitación, ¿vale? —me excusé para sacármela de encima. Todo lo que quería hacer era tomar el libro de mi mochila y tratar de averiguar si podía convocar un fantasma que me hiciese los deberes.

—¿Un proyecto? —repitió al tiempo que yo la rodeaba para poder subir las escaleras. Sabía que si le decía eso conseguiría unas cuantas horas de tranquilidad. A mamá le gustaba creer que todo el tiempo que pasábamos en nuestras habitaciones lo gastábamos haciendo cosas de la escuela.

—Sí, digamos que los maestros quieren mantenernos ocupados —respondí con sencillez sin darme la vuelta ni detener mi avance.

—¿No vas a comer nada? —preguntó.

—Gracias, pero estoy bien.

Continúe caminando. No oí nada más de su parte, por lo que supuse que iba a dejarme en paz para poder hacer mi supuesto proyecto, lo que me causó una pequeña sonrisa de victoria. Me faltaban pocos pasos para llegar a la escalera. El primer obstáculo entre yo y una investigación con un libro –la primera vez que algo así conseguía causarme curiosidad– había sido superado con éxito. Creí que era el único hasta escuché una voz proveniente de mi derecha.

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