3 | ¿Qué es Farxad?

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Capítulo 3: ¿Qué es Farxad?

Char.

—Era un castillo, ¡puedo jurarlo, Ray! —traté de convencerle. Él se limitó a mirarme con el ceño fruncido, como si estuviese escuchando a alguien salido de un manicomio, pero no se atrevió a interrumpirme. Moví las manos a mi alrededor para intentar hacerme entender—. Estaba rodeado de un bosque, y había un lago, y apenas me puse de pie todo desapareció. ¡De golpe se fue! Regresé a mi habitación como si nada hubiese sucedido. ¡Y deja de observarme así!

—¿Qué quieres que haga? —preguntó Ray en tono confundido. Los estudiantes pasaban a nuestro lado en dirección a su salón para la primera clase, pero bajaban la velocidad junto a nosotros y nos observaban como si estuviéramos locos. Tal vez yo lo estaba. Tal vez estaba viendo cosas que no existían. O tal vez en serio había un castillo, ¿cómo se supone que iba a saberlo?—. Lo que me estás contando es de las cosas más estúpidas que he escuchado.

—¡Pero es verdad! —insistí, casi quejumbrosamente. Resoplé enojada, caminando de brazos cruzados antes de sentir que ponía una de sus manos en mi hombro. Me dedicó una mirada comprensiva que no terminé de entender.

—Dime la verdad, Char —pidió. Los dos terminamos de atravesar un pasillo y giramos a la derecha—. ¿Cuánto fue esta vez?

—¿Qué?

—Escucha, está bien que de vez en cuando quieras tratar cosas nuevas para desconectarte —empezó a explicar, a lo que yo lancé un gruñido y me golpeé la frente con la palma de la mano—. Sin embargo, no debes pasarte. Podrías acabar teniendo alucinaciones.

—¡No estaba drogada, Tanner! —exclamé ofuscada, llevando las dos manos como puños a mis costados. Más personas murmuraron, pero les lancé una mirada fulminante—. ¡Todo lo que digo es verdad! Y estoy segura de que ese libro lo provocó todo, ¡tuvo que haber sido eso!

—Dices cosas ridículamente imposibles como libros mágicos y dimensiones alternas. No me culpes por pensarlo —dijo al tiempo que se detenía en medio de una hilera de casilleros. Dejó de mirarme para poder abrir el suyo—. No te avergüences de la cantidad que tomaste. Sea la que fuese, sé que hay personas que hicieron peores cosas.

—¡Ray, ya basta! —grité enfadada, poniendo los ojos en blanco—. No estás tomando esto en serio

Ray se encogió de hombros. Efectivamente, esto no le importaba. Sacó de su casillero los libros que necesitábamos para la clase de álgebra, y guardó su mochila después. Yo me di la vuelta y comencé a caminar sin esperarlo hacia nuestra aula de clases, molesta ante su actitud de desinterés, acomodándome en el hombro mi propio morral de libros. No era justo que no quisiese hacerme caso, ¡si todo lo que le decía era cierto! Al menos debería darme el beneficio de la duda en lugar de deducir de inmediato que lo que viví fue obra de las drogas o algo peor.

Apreté el paso cuando escuché que me seguía con la intención de huir de él. En su lugar, la persona que me alcanzó era un rubio bastante más alto que yo, el cual me dedicó una sonrisa de saludo. Me destensé al darme cuenta de que se trataba de Ryan, quien, si bien tenía un nombre parecido, era completamente diferente a Ray. Además del color de cabello, contrario al de Ray, que era oscuro; Ryan tenía la clase de actitud responsable frente a las cosas. Ray en su lugar se toma todo en broma.

—Hey, calma. Yo no muerdo a menos que se trate de mi novia —me dijo sonriendo antes de que viese a Dani aparecer detrás de él. Ella llevaba puestos unos tacones demasiado altos, consiguiendo así quedar casi a la altura de su novio, pero se veía que los manejaba con algo de temor. Se colgó del brazo de Ryan para evitar una posible caída.

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