✔Epílogo.
Matt se puso de pie del sillón, dejando su cartilla de estudios en la mesa junto a su asiento, resignado a las insistencias que ya le estaban desesperando. Tenía que hacer lo que ella quería. Tenía que traerle un maldito vaso con limonada fresca, tres cubos de hielo y cinco cucharadas de azúcar, con una pajilla amarilla y una rodaja de limón; o iba a enloquecer.
—¿De verdad es tan urgente? —preguntó él, en la puerta de su cocina, con la banal esperanza de que Em se arrepintiera. Ella asintió efusivamente.
—¡Sí, por favor, Matt!
—Es una limonada, ¿no puedes esperar a que termine el análisis del caso para el semestre? ¡Es el último que tendré que hacer en la vida!
—Pero me siento mal —murmuró Em quejumbrosamente, dejándose caer en el sofá como si se hubiese desmayado y colocando una mano en su frente—. Estoy mareada y deshidratada. Está haciendo tanto calor...
Em tenía un solo propósito: Conseguir distraerlo y finalizar la primera fase de su plan. Había tardado media hora en convencerlo y no estaba dispuesta a dejar que él se arrepintiese. Si algo había aprendido de Char era que, con Matt, la persistencia siempre ganaba. Era un truco que había usado varias veces para obtener lo que quería. Se preguntaba si en algún momento Matt iba a dejar de rendirse frente a ellas.
—Em —comenzó él con aquel familiar tono de reproche antes de echar un vistazo por la ventana. La miró con una ceja enarcada—. Está nevando.
—¡Ya solo hazlo, amargado! —gritó ella, un poco irritada ante la recurrente negativa. Necesitaba que Matt se alejase o su plan se iría por el suelo. Señaló la puerta en la que Matt estaba de pie—. Tienes la cocina a unos pocos pasos, por favor.
Matt puso los ojos en blanco, fastidiado y consciente de que no tenía elección. Era eso o seguir perdiendo tiempo y concentración en una discusión con una niña que era más que obvio que no desistiría. Antes de entrar a la cocina, le dio un último vistazo a Em, viéndola lanzarle un beso coqueto de agradecimiento –o bueno, todo lo coqueto posible para una niña de once años–.
Resopló y se dirigió a preparar la limonada, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa. Emily Fisher se parecía mucho a Char. Desde que la había conocido, era como tener que mantener controladas –una parcialmente y otra a tiempo completo– a dos niñas en casa. Como si no fuese ya suficiente con que Char estuviese loca al cien por cien, el cien por cien del tiempo; y que en el cien por cien de los casos se saliese con la suya y lo arrastrase a sus malas ideas. La mitad de las veces se metían en problemas. Muy graves. Pero la otra mitad las cosas resultaban... Algo bien. Se divertía. Y le encantaba.
Sacudió la cabeza levemente, tratando de apartar la imagen de la chica sonriente y alocada de ojos verdes de su cabeza para poder concentrarse. El paso de los años solamente había conseguido que Char invadiese más rápido su mente. Con un suspiro algo cansado, tomó unos cuantos limones, dispuesto a satisfacer a la niña de once años que esperaba en la sala de estar.
«»
Em esperó a que la silueta de Matt desapareciese por la puerta antes de incorporarse casi de un salto y agarrar su mochila del suelo, que lo único que traía era una manzana, un pequeño block de notas y una caja de bolígrafos púrpuras. Se la acomodó en los hombros y comenzó a subir en puntillas las escaleras. Un escalón rechinó bajo su peso y Em se detuvo en seco, pero Matt no pareció haberle oído. Continuó su camino hacia el cuarto de estudio, tratando a toda costa de que el chico no la descubriese como siempre lo hacía.
Em se había encargado de llevar su mochila lo suficientemente vacía como para poder guardar lo que quería y escapar. Si su plan salía bien, ya no estaría allí para beber la limonada que pidió para distraer a Matt. Era bastante difícil salir de su vigilancia casi permanente si no se encontraba concentrado haciendo algo. Matt había adquirido esa extraña habilidad de asegurarse de que la gente no hiciese estupideces que resultasen en caos gracias a años de convivencia con Char.
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Gracias a un libro
Teen FictionEl libro, según el diccionario, es un conjunto de hojas impresas que forman un volumen ordenado para la lectura. El libro, según Char y Matt, es alguna clase de portal mágico gracias al cual chocaron con la vida del otro, y con el cual acceden a otr...