29 | No quiero que la alejen de mí

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Capítulo 29: No quiero que la alejen de mí.

Matt.

Aparqué rápidamente frente a la casa de cualquier manera y bajé del auto casi de un salto. Me apresuré a llegar a la entrada y tomar mis llaves, pero justo en aquel momento mis manos decidieron no responderme y acabé tirándolas en cuanto las acerqué a la cerradura. Con una maldición; las recogí, traté de calmarle y volví a intentarlo. Esa vez conseguí abrir. Entré casi corriendo antes de buscar mi habitación por el pasillo.

La puerta de mi cuarto estaba cerrada. La abrí con prisa, pero me detuve en seco tan solo un paso dentro de mi habitación al ver a Roxanne. Me di cuenta de que no tenía idea de qué se supone que le diría. Traté de armar algo coherente en mi cabeza antes de abrir la boca para empezar a hablar, pero ella volvió a desaparecer en un halo de luz verde apenas visible. Fruncí el ceño para después internarme un poco más. Roxanne regresó al cabo de unos segundos, y se desvaneció de nuevo en menos de uno.

Empecé a creer que quizás algo raro le estaba sucediendo. Nunca antes habíamos tratado de meter a alguien distinto a nosotros en Farxad. Quizás tenía ese efecto extraño en los intrusos. En cuanto Roxanne volvió, intenté tomarla del brazo, pero no alcancé a detenerla. Sólo me dio a tiempo de darme cuenta de que tenía el libro en las manos y una sonrisa de diversión en el rostro. La observé entre confundido y alarmado mientras ella volvía a desaparecer. Mis suposiciones cayeron al notar que a Roxanne no le estaba pasando nada malo; solo estaba jugando con el libro. Claro, ¿qué más podría esperar?

—¿Qué demonios estás haciendo? —espeté con el ceño fruncido y en un tono molesto una vez volvió a hacerse visible frente a mí. Ella me miró, pero no se veía ni un pequeño rastro de la Roxanne asustada que me había hablado por teléfono. De hecho, estaba riéndose. Logró hacer crecer un enfado en mí que ni siquiera sabía que tenía—. ¡No puedes jugar así con eso! ¡Devuélvemelo!

—¿Estás bromeando? —respondió, apartándose un paso a ver que extendía la mano para que me diese el libro. Casi parecía estar tratando de protegerlo para que nadie lo tocase—. ¡Esto es increíble! ¿Por qué no me lo habías mostrado antes?

—Roxanne, dámelo. Ahora —repetí, acercándome más a ella. Roxanne bajó divertidamente la vista a la portada, con toda la tranquilidad del mundo, esbozando una sonrisa divertida. La señalé amenazante al darme cuenta de sus intenciones—. Sellers, no...

—Abrir —dijo, abriendo el libro que tenía en sus manos y desapareciendo antes de que llegase a su altura. Me quedé mirando a la nada, enfadado, mientras apretaba los puños para no hacer nada de lo que me pudiese arrepentir. Volvió luego de unos segundos—. Y cerrar.

—Roxanne...

—Abrir —repitió, haciéndolo de nuevo, con la risa casi sin dejarle hablar. El halo de luz verde reemplazó su figura antes de desvanecerse. Me crucé de brazos esperando a que regresase, lo cual sucedió un momento más tarde—. Y cerrar.

—Roxanne, suficiente —dije, lanzándome e intentando quitárselo. Ella dio un paso atrás antes de girar sobre sí misma para poder dejar el libro a sus espaldas. Me miró divertida para después extenderlo hacia mí, con las manos alrededor de la portada, casi retadoramente. La observé enojado—. Escucha, ni se te ocurra...

—¡Abrir! —exclamó, haciendo lo que había dicho. Conseguí ver una última mirada de victoria y superioridad antes de que el halo de luz la cubriese y la hiciese desaparecer.

En cuanto se desvaneció, estuve a punto de lanzar un grito frustrado, pero me contuve a tiempo. Tenía que mantener la cabeza fría. Respiré profundo, tratando de tranquilizarme y pensar qué hacer. Roxanne no dejaría de jugar si le seguía pareciendo divertido, y yo no tenía oportunidad contra ella si seguía con el libro en sus manos. Tenía que quitárselo y después intentar convencerla de que no se lo contase a nadie. Con algo de suerte lo conseguiría. Con algo de suerte.

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