6.

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El estudio no quedaba tan lejos de nuestra localidad, con un colectivo viajando al menos cuarenta minutos, llegábamos bien moviéndonos de una ciudad a la otra. Casualmente la línea que nos teníamos que tomar nosotros para volver a nuestro barrio no era tan frecuente pero no teníamos cosas para hacer mientras no llegáramos a la casa, porque Mónica enseguida ya nos iba a poner a hacer algo si llegábamos antes.

— ¡Sofi, Alma! —gritaron y yo me di la vuelta para ver a Alexis correr hacia nosotras. —Me voy con ustedes, los pibes se van para otro lado.

— ¿Dónde se van?

—A la casa de Ramiro, así que le cambié la Sube a Facu.

—Qué boludo, ahora te va a gastar todo el crédito.

—Ya sé. —rodó los ojos y yo me acerqué a ver si venía el colectivo, por suerte se acercaba.

—Ahí viene. —les dije y puse la mano para pararlo, por lo que tuvo que acercarse a nuestra parada para dejarnos subir. Visualicé dos asientos libres, por lo que me apuré a ocuparlos mientras Sofi sacaba los boletos, Alexis se quedó parado en las rampas del medio y enseguida se acercó ella, me dio la Sube.

—Yo voy a bajar antes, y tengo otra así que la cargo para volver.

— ¿Qué? ¿No vas a casa?

—No, voy a ver a...un amigo. —dijo y yo levanté una ceja. —Ya sabes, Martin.

—Ah, bueno, ¿y cuándo lo voy a conocer yo al tal Martin?

—No sé, por ahora nos estamos conociendo entre nosotros.

—Decís eso más o menos desde el año pasado.

—El año pasado fue hace cuatro días tarada.

—Por eso, desde el año pasado. —me reí y ella me pegó ignorándome, pero desde hace más de diciembre decía que se estaban conociendo y ni siquiera me contaba detalles, sólo que era lindo.

Bajó unas paradas antes que tuviéramos que hacerlo nosotros y en cuando se bajó, Alexis se sentó a mi lado, por alguna razón me sentí incómoda y me quise dar una cachetada, es mi amigo hace años y fuimos novios un par de meses, no debería sentir esa incomodidad pero la sentía, y no me gustaba. Sin embargo no me habló en todo el camino y cuando fue la hora de bajar me dio el pase primera, teníamos unas largas cuadras que caminar hasta dividirnos él a su casa y yo a la mía, por lo que pensé que íbamos a hacerlas en silencio, pero rompió con eso enseguida bajamos.

— ¿Vas a tu casa o a La esquina?

—Quisiera ir pero tengo que llegar para el almuerzo.

—Son las once recién, tenés tiempo. —me dijo mirando su celular, podría ir pero no quería caminar mucho más. — ¿querés que te acompañe?

—No, está bien, de última nos vemos ahí a la tarde.

— ¿Decís que Mónica se va a enojar si llegas tarde?

—No sabe a qué hora deberíamos salir, pero si Maga no cocina las nenas no comen. —hice una mueca porque las más chiquitas dependían de nosotras, aunque lamentablemente Magalí que tenía nuestra edad, se la pasaba en la calle y haciendo desastres, si no estaba Mónica ni con suerte cocinaba.

—Seguro hoy les cocina, te digo porque mi mamá está haciendo milanesas y si querés podes ir a casa...

— ¿Milanesas eh? —levanté una ceja y él sonrió asintiendo. —Me encantaría pero...

—Dale fierita, como amigos, aparte mi mamá te adora.

— ¿No le dijiste todavía? —pregunté y negó haciendo una mueca de desinterés. —Entonces...

Teen Dance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora