62.

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Corté el teléfono y lo llevé conmigo nuevamente al sillón, el llamado de Alejo para juntarnos nuevamente los cuatro había sido esperanzador para fortalecer nuestra amistad, pero por nada en el mundo ahora quería irme y esperaba que tanto él como Facundo y Sofía lo hayan entendido, mencioné la importancia que tenía y la necesidad que me causaba sentarme a escuchar al hombre frente a mí.

—Perdón. —murmuré sentándome al lado de Luca para agarrar su mano y lo escuché aclararse la voz.

—No pasa nada.

—Bueno creo que podrías decir lo que venías a decir. —lo apresuró Luca y yo quise retarlo, por alguna razón mi novio estaba más impaciente que yo pero se comportaba frío con él y no me gustaba, no había necesidad de apurarlo porque yo no quería hacerlo tan rápido.

—Sí, eh... en verdad yo quisiera saber lo que vos sabes... evidentemente me conoces, sabes quién soy.

—Sí.

—Yo... no supe de vos por mucho tiempo, el tiempo que de hecho supe fue muy corto... muy corto.

— ¿Cuánto?

—Días, no fue ni una semana... desde entonces nunca volví a tener unos días tan culminados de felicidad...pero no sé lo que sabes... y me gustaría contarte.

—Más allá de todo lo que sabes, ¿qué te hace creer que es ella? —le preguntó Luca y el silencio no existió entre la pregunta y la respuesta.

—Lo que siento cuando la miro, lo que sentí por siete meses y hasta el día de hoy remonto viéndola a ella. Sé que sos vos, tu nombre... tus ojos... tu inocencia expresada... sos vos. —dijo y yo tragué sin poder mirarlo a los ojos, ya que sentía como me empezaba a afectar y aunque no quería las lágrimas parecían ser incontrolables, aún así lo intenté.

—Podrías ser un poco más... claro, quizá presentándote y contándonos de tu vida te conozcamos mejor.

—Claro, sí. —suspiró. —bueno me llamo Alejandro Hernández, tengo treinta y seis y en pocos meses cumplo treinta y siete... ¿vos cuántos años tenés?

—Dieciocho.

— ¿Y cumplís por... octubre? —preguntó y yo asentí, el silencio fue duro pero él se recuperó. — ¿Qué día?

—Dieciocho.

—Dios sí. —murmuró y al levantar mi vista, lo vi con cierta conmoción controlable ya que al bajar su mirada del techo, sus ojos estaban cristalinos y sus nudillos blancos de tanto apretar sus puños.

— ¿Cómo es tu familia? —le preguntó mi novio y la intriga de saberlo también me agarró, por lo que esperé a que lo dijera.

—Tengo dos abuelos maravillosos que todavía están conmigo, muchos amigos y suerte de que mis sobrinos tengan uso de razón.

— ¿Tenés mamá, papá o hermanos?

—En realidad sí los tengo, pero no hay una buena relación con ellos, mi papá es el único que viene a mi casa todos los domingos a comer asado, junto a mis abuelos, después no suelo forzar relación con los demás.

— ¿Y tenés mujer e hijos?

—Luca no es una entrevista. —le dije por lo bajo, y se calló un poco.

—No, iba a casarme a principios del verano pero no funcionó y estoy soltero, bueno tengo una labradora y se llama Lulú, vivimos juntos...

—Nosotros tenemos a Cajón, es de Luca... pero está con ambos. —le comenté con el poco volumen que logré darle a mi voz, sin poder mirarlo a los ojos todavía.

Teen Dance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora