7.

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Después de comer con la atenta mirada de Luca, me cambié del lado de enfrente de la mesa para terminar mi torta en paz, no sólo de su atenta mirada sino también de Alejo que terminó la suya y me sacaba pedacitos de la mía. Sofi se fue antes para mi mala suerte y cuando le pedí a Facu irnos, el muy hijo de puta había arreglado con una de las venezolanas mostrarle los bosques de Palermo, así que mi única y última oportunidad era Alejo.

—Pero mi Sube no tiene saldo.

—Bueno yo te pago, pero vamos. —le dije agarrándolo de la remera, él se levantó sacándole un poco de pizza a una de las venezolanas que acababa de conocer. —Alejo no seas atrevido.

— ¿Qué? Me ofreció. —se excusó haciéndola reír tontamente a la chica, lo arrastré sin soltarlo hasta salir y me apresuré a caminar. —Uh fierita yo quería ir con Facu y las venezolanas.

—Ale. —hice puchero. —Por fi.

—Pero... Alexis no quiere ir, ¿por qué no vas con él y fortalecen lazos? —sonrió y yo bufé soltándolo.

—No, chau, te odio.

—No te enojes, dale, son venezolanas.

— ¡Y yo soy argentina!

—Pero vos no me das ni la hora. —se quejó y yo miré a la pared que había un reloj, enojada caminando hacia la salida.

— ¡Las diez y media!

— ¡Fierita no te enojes!

— ¡Chau! —le dije fingiendo enojo y salí rápido del estudio. Lo único que me faltaba, que me cambiara por presa, después uno se preguntaba para qué estaban los amigos cuando más lo necesitabas, si rápidamente se iba a enterrar entre las piernas de encima, extranjeras.

Llegué a la parada del colectivo y como siempre, ni se acercaba. Bufé enojada porque tenía que irme sola, y nunca quise tanto que Fabián el amigo de los chicos, se le ocurriera pasar por la avenida, pero no lo hizo.

— ¿Y yo puedo ir con vos? —me preguntó Alexis, me di la vuelta asustada y él me mostró su Sube. —Yo sí tengo carga.

—Me voy hacia otro lado, perdón.

— ¿No vas a tu casa?

—No, tengo que ir a ver a Clau. —le dije por una de las chicas que había estado en el hogr y que visitábamos de vez en cuando.

— ¿Y no deberías tomar el colectivo que se está yendo justo ahora de la vereda de enfrente? —preguntó y yo miré el colectivo que terminaba de hacer subir a los últimos pasajeros para arrancar, por la calle de enfrente. Suspiré. — ¿Tenés miedo que te invite a comer?

—No, sólo quiero irme.

— ¿Y por qué no conmigo? Te dije que...

—Lo sé, pero igual, no voy a tocar más esos temas con vos, quedó entre nosotros Ale, y ya está. —le dije acercándome a saludarlo. —Me voy a comprar algo y después cruzo.

—Te acompaño.

—Ale...

Un auto se puso en la parada y tocó bocina, cuando miré y bajó la ventana, Luca estaba dentro y aunque intenté ignorarlo, él no hizo lo mismo.

— ¿Te llevo? —preguntó y yo lo miré a Alexis que fruncía el ceño tratando de identificarlo.

—Sí. —le dije interponiéndome par que no lo reconociera y me subí rápidamente para sentarme y saludar con la mano a Alexis. Susurré. —Rápido, rápido.

Teen Dance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora