27.

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Todo lo que Luca había logrado animarme, Alexis y el ensayo que se interpuso entre nuestro momento juntos terminó con vencer lo poco que había intentando no pensar en las evidentes piedras que había en el camino de Fasaá. Tenía sentimientos y sí, me dolía que Alexis no pudiera superarme, pero desde mi parte lo mejor que podía hacer era no fomentar su necesidad de tenerme, ya que sería mucho peor para él a lo largo del tiempo y por conseguir su felicidad, no quería perder la mía.

Asimismo hacía que entre lo que quería y lo que no debía se hiciera el abismo más grande, ya que Luca me gustaba y me encantaba todo de él, pero no podría ni pensar intentar algo cuando mi ex estaba la mayor parte del tiempo rondando el lugar que teníamos para vernos cuando sabía que le dolía, y tenía una leve esperanza de volver, al menos que se la cortara pero yo pensaba que lo había hecho hace bastante.

Enseguida salí del estudio, sequé las lágrimas que caían por mi mejilla y busqué mis anteojos para hacer menos evidente mi llanto, porque no entendía en qué momento lo había transformado tanto, simplemente lo dejé y aclaré las cosas que él sabía perfectamente que pasaban desde el primer día, ese monstruo no lo conocía y estaba ingratamente sorprendida de lo que su irracionalidad era capaz de hacer.

Caminé sin pensar que algo bueno me podría pasar, hasta que escuché su voz y me obligué a mí misma estabilizarme, no había que mostrar debilidad frente a quien más me fortalecía.

—Me imagino que no ibas a escaparte de la cita a la que me invitaste. —me dijo seduciéndome hasta con la voz, sacándome la sonrisa más sincera que impulsivamente quise que sintiera y llegando a él, me acerqué a besarlo sin tener en cuenta absolutamente nada más que su boca, ese adictivo arito y el circulo que creó encerrándonos a ambos cuando pasó sus manos por mi cintura.

Quería intentar descifrar el por qué, pero al mismo tiempo me preguntaba para qué, si sólo me bastaba con sentirme bien y de eso Luca sabía, porque era extremadamente tierno, dulce y aunque no se diera cuenta, repuntaba mi autoestima al cien por cien. No entendía el por qué hacía que saliera tan fácil de un trago amargo, era como si tuviese un don estrictamente para usar conmigo, porque si bien con su sonrisa levantaba cualquier ánimo, a la mía la hacía hasta reír y eso no creía posible hasta que fue él quien lo intentó.

Subió sus manos lentamente por mis brazos y llegó a mi cabeza donde con sus dedos levantó de los costados las patitas de los anteojos para que subieran, se apartó un poco y yo abrí los ojos para mirarlo y encontrarme con los suyos, preocupados.

— ¿Qué pasa?

—Nada, le di permiso a mi boca para que saludara educadamente a la tuya. —le dije y sonrió un poco, pero no dejó de notarse preocupado y quise remediar eso, lo abracé por la cintura y al estar apoyado en el auto, me acerqué hasta volver a besarlo pero no me respondió como quise.

—Algo te pasa.

—No me pasa nada. —murmuré sobre la comisura de su labio y le di un pequeño beso. —Vamos antes de que alguien nos vea acá.

—No hay nadie. —dijo y miré por detrás de mí el estacionamiento vacío. — ¿Me vas a hacer convencerte de nuevo a que hables?

—Estoy cansada nada más, pero si tus besos forman parte de la convicción entonces te la voy a hacer difícil. —sonreí dándole un casto beso para apartarme y dar la vuelta al auto e ir del lado del copiloto. Entró igual que yo y antes de poner la llave para arrancar, me miró.

—En serio ¿está todo bien? ¿Algo en lo que me tenga que involucrar?

—Nada, absolutamente nada, de verdad no te preocupes. —traté de sonreírle pero no lo convencía, acaricié su brazo asintiendo y sin parecer satisfecho arrancó para salir del estacionamiento.

Teen Dance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora