Otro lunes comenzó y los estudiantes entraban con pocas ganas al edificio. Christal estaba por llegar al instituto cuando notó que a lo lejos estaban sus amigas con aquel chico de la semana anterior y otros más conversando. Siguió hasta estacionarse y se bajó de su moto. Rápidamente notó que la mirada de aquel chico se fijó en ella por menos de un segundo y luego volteó para seguir conversando entretenidamente.
Christal dudó en si acercarse a sus amigas y saludarlas o seguir su camino hacia dentro del edificio y así evitar la incomodidad de tener todas las miradas sobre ella. El día era caluroso, se casó su pequeño abrigo y tomó la segunda opción. Pero a medida que se acercaba el edificio alguien la llamó.
Era Pilar. Regresó a ver y la estaba invitando a ir con la mano. Con toda la seguridad del momento. Christal comenzó a acercarse hasta estar a solo pasos de ellos.
—Muchachos —comenzó a decir su amiga —, ella es Christal. Christal, Christian, Anthony, Jake, Alisson, Rose y Ryan.
La autoconfianza de Christal se esfumó por lo que tenía desde un principio; todas las miradas encima de ella.
—Hola —dijo mientras hacia un ademán con la mano y el resto le devolvía el saludo.
—En fin —dijo Anthony —, este viernes habrá otra fiesta en mi casa, ya saben; más organizada, más bebida, más diversión, juegos y todas esas cosas que pasaron el viernes.
Echó una mirada coqueta a Valeria y Christian. Ya todos sabían lo que había pasado el día viernes entre ellos dos.
Christal intentó ignorar la conversación y comenzó a buscar algo en su bolso. No quería escuchar nada respecto a lo que haya pasado aquel viernes.
De pronto su mirada se desvió hacia los zapatos de Christian, pero eso no era lo que le llamo la atención, sino el tatuaje que se ocultada tras sus jeans, entre el tobillo y su pierna. Solo podía ver un par de manchas azules, se preguntaba qué podría ser.
Él tenía algo que no podía explicarlo tan fácil. Por alguna razón le llamaba la atención. No era el chico más guapo del grupo de primero, tampoco tenía facha de jugador de basebol, pero algo en él hacía que Christal no pueda evitar mirarlo. Quizá era su cabello, o su sonrisa despreocupada con la que estaba aquella mañana. De todas maneras decidió ignorarlo, tampoco era la gran cosa que le llame la atención.
—¿Sí? —oyó a Charlotte mientras la sacaba de sus pensamientos.
—¿Ah? sí —dijo en un intento de haber parecido que prestaba atención.
—Genial —la abrazó por el hombro —entonces el viernes estaremos ahí todas.
Esperen, ¿en qué me han metido? —pensó Christal.
—Pues las esperaremos —sonrió Anthony y comenzaron a marcharse no sin antes que todos se despidieran con un cordial "adiós" y Christian le echara una última mirada a Valeria.
Aunque él ya no quería intentar algo formal, sabía que de vez en cuando invitaría a Valeria a pasar unas noches en su casa.
—Creo que me perdí de algo mientras buscaba un libro en mi bolso —dijo mirando a Charlotte —¿dónde iremos?
—A la casa de Anthony —le sonrió —, es muy grande y no habrá problemas en lo absoluto.
—Pero creo que...
—Pero nada, cariño. No has ido una sola vez con nosotras a un lugar. Vives sola, estás estudiando duro, también debes darte tiempo para disfrutar —la rodeó con un brazo —. Iremos el viernes y la pasaremos genial.
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Juntos, pero no tanto ©
Любовные романыEsta es solo una triste y nada popular historia perdida entre tantas, quizá sea buena, quizá no. Él no era popular, tampoco practicaba baseball ni mucho menos era el capitán de algún equipo deportivo. Ella no era una nerd, tampoco era la chica más...