Capítulo 38

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Mucho se ha oído hablar acerca de cómo las decisiones pueden cambiar el curso de nuestras vidas, ya sea desde la más pequeña como decidir a qué restaurante ir, hasta las más grandes como confesar tus sentimientos hacia alguien.

Esta vez, Christal se había arriesgado y había tomado el sendero contrario al que usualmente tomaría. Estaba ahí, con él, y no se estaban gritando. Era maravilloso y a la vez un tanto extraño.

Christian extendió la mano y encendió la radio. Una de las canciones favoritas de Christal estaba sonando. "Mr. Curiosity de Jason Mraz" uno de los artistas que más le gustaba.

Amaba la letra y cuando escuchó que Christian la comenzó a tararear, la amó mucho más.

Ni uno de los dos dijo nada. Christian estaba concentrado en cómo hacer para no actuar como un idiota esta vez y Christal intentaba relajarse mientras evitaba pensar en cuánto se arrepentiría de ese día.

—¿Por qué lo haces? —inquirió Christal.

—¿Hacer qué? —dijo sin quitar la mirada de la pista.

—Esto. ¿Qué pretendes? —intentó darse a entender mejor.

—Hm... ¿llevarte a mi casa, pasarla como dos amigos normales?

Odiaba esa palabra cada que salía de su boca. Ella no lo consideraba un amigo, era algo más, algo que no podía describirlo en una sola palabra

—¿Amigos? —sonó enojada —Hace unos minutos no parecía que quisieras llevarme a tu casa como una amiga.

—Christal... ¿Por qué te exaltas? Podemos ser amigos con derecho a roce sin ni un problema.

—¿¡QUÉ!? —gritó sorprendida. ¿Acaso creía que sería como una de las tantas chicas con quien se ha acostado? Ya comenzaba a arrepentirse y eso que aún no llegaba a su departamento —¿Es eso lo que quieres? ¿Es así como me consideras?

—¡No! no me explique bien. Quiero decir que no quiero tener más amigas con derecho a roce, solo tú.

¿Y esperaba que esa respuesta mejore la anterior?

—T-tú... solo quieres...

—¡No! —exclamó y de inmediato relajó sus facciones —Por favor, lo discutimos en el departamento, ¿sí? No pasa nada bonito cuando conduzco estresado.

Christal tuvo ganas de decirle todo lo que tenía en la punta de la lengua pero prefirió no discutir con él ahora por la seguridad de ambos.

Llegaron al edificio y entraron sin decir nada al ascensor, cuando este se abrió en el piso donde vivía Christian, Christal cayó en cuenta de la situación. Había accedido a ir a su departamento aun estando enojada con él.

Ya fuera del departamento, Christian sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta con agilidad. Esperó a que Christal entre, pero ella no se movió de donde estaba.

—Entra —ordenó con voz suave.

—No estoy segura de que haya tomado una decisión correcta hace un momento —se encogió de hombros.

—Te demostraré que podemos pasarla bien —tocó su hombro y se agachó hasta mirarla a los ojos.

—No sé si tu concepto de pasarla bien concuerde con el mío.

Christian bufó e inhaló, intentando que la paciencia venga a él.

—Jamás he sido una persona paciente, pero aquí me tienes, esperando a que des el primer paso —hizo un ademan con los brazos hacia la puerta.

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora