Ya habían pasado varias semanas desde que entraron a la universidad y ni uno de los dos jamás se imaginó que estarían en esa situación. Christal ya se había puesto de acuerdo con lo que sentía y lo había aceptado aunque prácticamente fuera algo que jamás podría funcionar, ahora solo le quedaba esperar para poco a poco irlo olvidando. Aunque él no le ayudara mucho con sus repentinos aparecimientos y cambios de planes.
Christian por su lado no sabía qué pensar ni hacer al respecto, jamás le había ocurrido algo parecido con una chica, nunca se vio a sí mismo llevando muchachas a su departamento para dejarlas dormir mientras él iba al sofá de la sala. Cada que llegaba con alguien solo era para tener sexo y a la mañana siguiente echarlas de la casa de manera no muy respetuosa, pero ahora no, esto era diferente y no sabía cómo lidiar con la situación ya que todo era nuevo para él. Pensó en que quizás había cambiado, antes no hubiese hecho eso con alguien (en realidad aún ahora no lo hiciera con nadie), pero es que se trataba de Christal, la chica que no le importaba peinarse ni oler bien, la chica que se bestia con lo primero que encontrara y que no tiene novio por su misma razón de ser. Y no, Alejandro no cuenta, el nada mas era un bastardo que quería aprovecharse de ella y luego dejarla, lo sabía por experiencia y no se permitiría que ocurra eso porque si habrá alguien que le haga daño, será él, no intencionalmente, pero seguro que lo haría, lo hacía con todas las chicas. Es un idiota. Ella jamás le aceptaría y eso lo hacía sentir bien.
Y no quería aceptarlo, tampoco iba a hacerlo, pero algo en Christal hacia que Christian quisiera estar con ella, molestarla, hacerla enojar, llevarla en su carro, saber dónde está, incluso besarla.
Esa noche tuvo un sueño muy raro, el cual no recordó al momento de despertarse pero cuando se levantó, caminó hacia su habitación y vio a Christal aún dormida, supo que era con ella por el sentimiento de haber recordado algo pero aún seguía sin saber qué soñó exactamente.
Se quedó arrimado en el respaldar de la puerta por unos segundos mientras la observaba con las manos bajo la almohada y en posición fetal. Su estómago comenzó a rugir e hizo una mueca de dolor, recuperó su postura y caminó hacia la cocina, no sin antes echarle una última mirada mientras se marchaba.
Entró en ésta y se decidió por preparar el desayuno también a Christal, quizá así no se enojaría tanto. Abrió las repisas y buscó qué alimentos nomas tenía, sacó una caja de harina blanca, miró las instrucciones en la parte de atrás y se dio una idea de cómo hacerlo. Entonces se puso manos a la obra.
*
Los ojos de Christal se comenzaron a abrir lentamente mientras iba percibiendo un ligero aroma a tortillas, lo primero que su vista nublada logro divisar fue una puerta de madera seguido de un armario del mismo material, se preguntaba dónde estaba pero el sueño que aún tenía no dejaba que sus sentidos funcionen correctamente. En vez de eso comenzó a recordar que hacia la noche anterior para darse una idea, en la casa de Anthony él le pidió que se quedara, quizá estaba ahí, no debía preocuparse, luego recordó que pasó mucho más luego de eso, Christian se ofreció para llevarla a la casa y ella se negó pero finalmente aceptó, entonces se subió y se supone que debería estar en su casa, pero lo que acaba de ver no era correspondiente. Abrió los ojos de golpe y se sentó sobre la cama mientras veía a su alrededor con sobresalto, si esa no era su casa, y Christian fue quien la llevó, entonces estaba en...
¡Mierda!
Se levantó de la cama y para su suerte aún tenía su ropa puesta, caminó hacia dónde provenía el olor y entonces lo vio friendo algo en un sartén.
—¡Tú! —exclamó haciendo que Christian volteé a verla con una espátula en la mano y una sonrisa de oreja a oreja. La adrenalina de hace unos segundos no la había hecho percatar de que Christian no tenía ni camisa ni pantalones, solo unos bóxer negros.
—Buenos días —le sonrió y las mejillas de Christal ardieron de la vergüenza, intentó desviar la mirada a otros lugares de la cocina pero involuntariamente llegaban a él de vuelta.
—¡Cómo te atreviste! —chilló.
—Yo no tuve la culpa —se excusó —. No tenía ni puta idea de cómo llegar a tu casa.
—Me hubieses preguntado —se giró un poco para evitar seguirlo mirando sin discreción.
—Estabas dormida, roncabas y no reaccionabas.
Christal abrió los ojos a más no poder.
—¡Yo no ronco! —exclamó y Christian rió.
—Lo dices porque jamás te has escuchado. Es más, por aquí tengo una grabación —agarró su celular del mesón y se puso a buscar un audio cualquiera. Christal se giró rápidamente y sin importar que Christian estuviera en ropa interior, corrió hacia él para quitárselo de las manos.
—Dame eso —intentó agarrar el celular fracasando varias veces.
—Espera, estoy cerca. Oh, aquí esta —puso play y Christal se dio cuenta que había caído en su juego.
—Eres detestable —dijo con los dientes apretados y comenzó a caminar hacia la salida.
—Christal, espera —caminó tras ella y ya estando a unos metros de la puerta le agarró del brazo, haciéndola girar hacia él.
—¡Aléjate de mí! —intentó soltarse desesperadamente pero él no la dejó.
—¿Qué haces? —preguntó desconcertado y en voz baja.
—¿Que no vez que no quiero siquiera verte? —lo golpeaba en el pecho —Te odio y te detesto.
—Pero yo solo estoy intentando caerte bien —dijo en voz calmada y Christal se detuvo un poco —. Te traje a mi casa, dormí en el sofá, cosa que nunca había hecho, estoy preparándote el desayuno y tú solo me estás golpeando —Christal paró por completo al escuchar sus palabras y vio a un lado aún con enojo.
—No quiero que intentes nada conmigo. Preferiría que me odies y no me quieras ver para que así dejes de aparecerte en mi vida cada día.
—Pero yo no quiero odiarte. Mírame —dijo y Christal, algo avergonzada, lo vio. En ese entonces se dio cuenta de la música que había reproducido hace unos minutos.
—¿Por qué escuchas eso? —frunció las cejas.
—Yo no escogí la canción, recomendaciones de Spotify —el coro comenzó a sonar y Christal se sintió un tanto incomoda al sentirse identificada con la canción —decía; no quiero que me odies, quiero que seamos amigos, que nos podamos llevar bien.
—Yo... —agachó la cabeza pero Christian la volvió a alzar con sus manos.
—No digas que no, por favor. Eres la primera chica que me da ganas de conocer de verdad.
—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Tienes novia y vas a tener un hijo, no puedes seguir coqueteando con las chicas.
—Pero contigo no hago eso. Tú no eres así.
—¿Así cómo?
—¿Así como el resto de chicas?
—¿Me estás diciendo rara?
—No —dijo de golpe y sonrió un poco ante tu terquedad —. Christal, solo déjame conocerte.
Qué palabras tan románticas —pensó Christal con sarcasmo al mismo tiempo que su corazón se aceleraba al escuchar eso, ¿qué insinuaba?
—N-no me confundas —apretó los ojos y puso sus manos en el pecho de Christian para alejarlo un poco.
—Believe me, cause I am a fool for you —susurró la letra de la canción mientras se acercaba cada vez más a sus labios —and the things you do —Christal sabía lo que iba a pasar pero no quería detener el momento, quería que la bese aunque sabía que no tenía que desear esas cosas.
A tan solo milímetros de distancia la puerta principal se abrió rápidamente, haciendo que estos dos se separen de golpe y miren al mismo tiempo de quien se trataba, Emily estaba boquiabierta mirando aquella escena donde Christian se encontraba a punto de besar a Christal con tan solo unos bóxer puestos.
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Juntos, pero no tanto ©
RomanceEsta es solo una triste y nada popular historia perdida entre tantas, quizá sea buena, quizá no. Él no era popular, tampoco practicaba baseball ni mucho menos era el capitán de algún equipo deportivo. Ella no era una nerd, tampoco era la chica más...