¿Qué ocurre cuando la mente de uno mismo se encarga de auto-enamorarse de alguien más? ¿Cuán débil debe ser la vida de alguien para dejar que algo así ocurra?
Christal apenas conocía a Christian pero en su mente ya se había imaginado la suficiente cantidad de situaciones que se darían casualmente para que ambos se enamoren, y sabía que estaba mal porque él apenas sabía de su existencia. También había intentado parar aquellos pensamientos pero hasta el momento le habían resultado casi imposibles de detenerlos. Era imposible que al ver su rostro un sentimiento de emoción no entre en ella. Era imposible mirarlo por poco tiempo, y mientras más lo observaba, más le gustaba. Sentía que quizá su única escapatoria sería dejar pasar los días y que se le pase por sí solo, porque sabía que las posibilidades de que ambos estén juntos, o siquiera que el sentimiento sea mutuo, eran mínimas.
"La mayoría de los días del año son intrascendentes, comienzan y terminan sin que suceda algo memorable. La mayoría de los días, no tienen impacto en el curso de una vida"
Aquellas palabras de una de sus películas favoritas se le habían aquedado en la cabeza, jamás les tomó mucha importancia hasta que lo comparó con su realidad.
Era lunes, veintidós de enero cuando Christal lo conoció, tenía puesto su característico atuendo y en ese momento no lo supo pero, desde entonces, él se convirtió en algo que Christal no podría sacar de su cabeza; lo llamaría virus mental.
Ya había pasado tres semanas y nada había ocurrido como lo hacían en los libros. Él apenas la conocía y ella ya había imaginado una historia entre los dos, donde el nombre era "Christal y el chico que no se enamoró de ella con una mirada." Sí, tuvo mucho tiempo libre aquel fin de semana.
También quiso mantener su secreto oculto por un poco más de tiempo, hasta ver si aquel sentimiento desaparecía, como lo tenía planeado, o seguía intacto, pero al darse cuenta que ni uno de los dos ocurría, sino que cada vez crecía más, se dio cuenta de que necesitaba decírselo a alguien ya que ella no lo podía controlar por sí sola. Decidió, aquel lunes, en la cafetería de la carrera, contarle a su amiga Pilar lo que ocurría.
—¿¡Qué...!? —exclamó al oír la reciente confesión de su amiga y Christal le tapó la boca con su mano.
—No hagas un escándalo —le susurró para evitar que alguien las oiga.
—¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? —dijo ya más tranquila.
—Ni siquiera yo sabía que me gustaba hasta hace poco cuando mis planes para evitar pensarlo fracasaban y terminé aceptando mis sentimientos.
—¿Alguien más sabe de esto?
—Solo tú y yo —agachó la cabeza algo avergonzada.
—Pero, Chris, ¿sabes que él tiene novia, cierto?
—Sí.
—¿Y también sabes que se acostó con Valeria?
—Sí —volvió a decir triste.
—¿Y que no te conviene en lo absoluto?
—Sí —alzó su cabeza y la vio a los ojos con seriedad —, lo sé, sé todo eso, lo supe desde un principio, pero a pesar de todo, no puedo evitar sentir las putas mariposas en el estómago cada que me lo imagino.
Pilar miró a su amiga y reflejó claramente preocupación por sus palabras.
—Él no es bueno para ti, cariño —tomó sus manos y las acarició —. No me gusta ser pesimista pero... todos hemos visto su forma de ser, como amigo es una buena persona, pero nada más. Sería mejor que te vayas olvidando de él —sugirió Pilar.
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Juntos, pero no tanto ©
RomantizmEsta es solo una triste y nada popular historia perdida entre tantas, quizá sea buena, quizá no. Él no era popular, tampoco practicaba baseball ni mucho menos era el capitán de algún equipo deportivo. Ella no era una nerd, tampoco era la chica más...