Capítulo 18

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Había sido un día cansado para Christal, esa mañana asistió a clases y por algún motivo desconocido no le contó a Pilar lo que ocurrió con Christian la noche anterior y esa mañana. Las cosas con Valeria no fueron nada bien, pues ella se mostró indiferente todo el tiempo y no conversaron como lo hacían usualmente. Intentó pasar desapercibida y no mirar demasiado a Christian cuando él no se daba cuenta, su primera clase de tenis tampoco estuvo nada mal. Christian, o mejor dicho, el virus mental, notó su existencia y de lejos la saludó.

En el receso, ya estando todo el grupo sentado y listo para comer en la cafetería, el ambiente se llenó de incomodidad cuando Emily llegó casi gritando de felicidad el nombre de Christian. Aún no entendía cómo alguien podía aguantar a aquella ruidosa chica y mucho menos se imaginaba cómo le haría ahora Christian sabiendo que iría a ser padre. Ella no dudó en estar a su lado todo el tiempo haciéndole caricias y besándolo. Christian algunas veces se apartaba, pero luego se daba por vencido y le seguía la corriente.

Él sabía que ahora más que nunca tenía que aguantarla.

~

Christal llegó a su casa con una sensación extraña en su estómago. La clase de tenis la tenía agotada físicamente y el haber visto a Christian con Emily la tenía mal emocionalmente. Entró a su cuarto y no esperó para sacarse la ropa y caminar directo a la ducha con una toalla cubriendo su dorso.

Cerró los ojos mientras dejaba que el agua caliente recorriera su cuerpo, el recuerdo del beso que había visto unas horas atrás apareció y mentalmente hizo zoom para ver cómo se movían los labios de Christian al besar.

¿Por qué pienso tanta mierda? —pensó.

Al salir de la ducha ya vestida con su bata de dormir, caminó hacia la cocina, agarró la caja de cereal y se la llevó a su habitación, prendió su laptop y se sentó en la cama.

Luego de dos películas de romance, de varias lágrimas de emoción y de una caja de cereal que ahora estaba vacía, decidió poner algo de música, música triste, sí, eso necesitaba ahora.

Más de veinte minutos pasó escuchando música que hacía que lo único que quisiera fuera comer helado y llorar en posición fetal. Y ahí, sentada en la cama con el ordenador en las piernas y arrimada al respaldar, de repente se dio cuenta, no pudo evitar pensar en eso que le había rondado por la cabeza por meses enteros.

¿Por qué no había encontrado a alguien? ¿Por qué para mucha gente era tan fácil encontrar el amor cuando ella parecía ser invisible para el mundo? ¿Por qué? Cuando tenía trece años no se imaginaba así, creía que tendría un novio a quien llamar en las noches cuando se sentía sola, al cual podría visitar a su casa y hacer las típicas cursilerías que hacen las parejas, pero no. Comenzaron a pasar los catorce de febrero y ella se prometía que el próximo sería diferente, pero no fue así. Todos esos días no hizo más que pasar en casa viendo fotos de parejas en las redes sociales y todos los comerciales que la gente hacer por esas fechas.

¿Por qué la mayoría de los hombres deben ser estúpidos?

Y así fueron pasando los años, ella cada vez se sentía más sola y vacía, y aunque a veces se intentará convencer de que eso era una bobería, que no necesitaba un chico en su vida, en el fondo sabía que algo le faltaba.

Y por si fuera poco, las cosas tampoco le salían bien, aparte de estudiar, todo lo que hacía o tocaba siempre se rompía o terminaba fallando. Jamás había sido realmente buena para algo y hasta cierto punto aquello la frustraba. Quería tener algún talento, quizá ser buena en algún deporte o tener algún habilidad para crear cosas. Pero hasta el momento, en lo único en lo que era buena era para sacar buenas notas.

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora