Capítulo 9

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Sus cuerpos estaban totalmente desnudos y unidos el uno al otro. A pesar del frio de la ciudad, el calor que recorría entre ellos era indescriptible. Estaban totalmente perdidos, no por amor ni nada relacionado con algún sentimiento de afecto, sino por la ebriedad que les causo el alcohol y por la lujuria del hacer algo prohibido.

La noche comenzaba a acabarse, ya eran las cinco de la madrugada y muchas personas se habían ido, otras estaban dormidas en cualquier parte de la sala y otros, como Christian y Valeria, estaban en unas de las muchas habitaciones de la casa.

La mañana, o más bien dicho, la tarde de aquel día, Christal abrió los ojos pesadamente y se sobresaltó al ver que el lugar donde despertó no le era familiar. Intentó recordar algo de lo que había pasado la noche anterior y a duras penas llegaban a ella imágenes borrosas de lo sucedido.

Una de ellas era en la que Anthony entró con ella a ese cuarto para que duerma y luego salió. Respiró profundo ya más tranquila y volvió a recostarse en la cama. Quiso ver la hora y tocó su vestido pero al recordar que no tenía bolsillos y que su celular estaba en su bolso de manos, volvió a sobresaltarse.

Se levantó de inmediato de la cama sintiendo un dolor punzante en la cabeza y comenzó a buscar por toda la habitación. Al no encontrar nada, salió y bajó las escaleras pero se detuvo en la entrada de la sala al encontrarse con aquella escena. Todo estaba desordenado, había incontables vasos de plástico en el piso y decenas de rodajas de limón. Miró a todos lados y luego vio a Anthony saliendo de la cocina con una bata de baño.

—¡Hey! —sonrió dejando de caminar.

—No encuentro mi cartera de mano —dijo asustada.

—¿Dormiste bien? —ignoró su pregunta.

—Me duele mucho la cabeza y estoy desesperada por encontrar mi bolso.

—Está bien, ven. Prepare café, tu cartera no ha desaparecido de esta casa —comenzó a caminar de vuelta a la cocina.

Sin saber qué hacer, lo siguió, mirando bien por donde caminaba.

Entró a la cocina y, sentado en un taburete alado de la isla de cocina, estaba Jake, tomando café. La miró y sonrió.

—Hola —saludó educadamente.

—Hola —dijo en un tono apenas audible y Anthony llevó hasta ella una tasa con café, lo tomó y se sentó en el taburete del frente.

—Entonces, ¿dónde está Emily? —oyó que Anthony preguntó mientras regresaba a la cafetera.

—Se fue anoche luego de enterarse que su novio estaba en la cama con otra.

—Auch, de seguro no lo quiere volver a ver —dijo sentándose en el taburete restante.

—No lo creo —habló con la boca llena Jake —, ella siente alguna clase de obsesión por él. Quizá ella sea la que le pida perdón sin motivos.

—Pobre chica —negó con la cabeza y bebió de su café.

—Vamos, Anthony —lo miró —no me digas que jamás has hecho lo mismo.

—¿Qué? ¿Acostarme con chicas cuando salgo con alguien? ¿Actuar como un imbécil? En realidad no —dijo algo molesto.

—Cuál imbécil —el corazón de Christal se detuvo unos segundos al escuchar aquella voz a sus espaldas.

—Tú, tú eres un imbécil.

No sabía que iría a pasar ahora, quizá ese mismo momento se arme una pelea entre su amigo y el chico que le gusta. Pero pensándolo bien, ¿desde cuándo los considera como su amigo y el chico que le gusta? ¿Ya era oficial?

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora