En el momento que Christal entró a aquel oscuro, pero cálido lugar, se sintió de inmediatamente como en casa, en confianza. Christian cerró la puerta tras él y se mantuvo a un par de pasos de ella, observándola con determinación cómo analizaba sigilosamente su cuarto.La mirada de Christal recorrió desde los portarretratos encontrados en un velador alado de su cama, pasó por una estantería de libros y llegó a una pequeña ventana con un sillón a su lado. La oscuridad no le permitía fijarse en los detalles, apenas estaba encendida la luz de una lámpara. Pensó en que era un lugar lindo, nada comparado con lo que hubiese imaginado luego de que Christian le haya contado su pasado.
—Es muy lindo —comenzó a caminar a través de éste.
—Este fue el lugar en donde pasé gran parte de mi adolescencia —dijo aún desde atrás —. Normalmente no hacía más que recostarme en la cama y preguntarme por qué ocurrieron las cosas de esa manera. Y lo hacia una vez tras otra, jamás pude encontrar la respuesta. Me daba cuenta que de a poco mi vida se iba desmoronando por haber intentado ocultar el dolor de la peor manera posible —comenzó a caminar hacia su cama, se sentó en ella y acomodó sus muletas a un lado —. Las noches realmente eran cada vez más frías, mis defensas bajaron y me enfermaba seguido —intentó ver a Christal directamente a los ojos pero era casi imposible por la poca luz del lugar —. Todos los días vemos a chicas ordinarias que se enamoran de chicos ordinarios —Christal dudó en si acercarse a él o no, finalmente, dio un par de pequeños pasos —. A cada discoteca que iba veía el mismo patrón en las mujeres, es por eso que jamás las tomé en serio. No me llamaban la atención y a la mayoría de ellas, yo tampoco. Pero a las que sí me veían distinto al resto, las botaba de la misma forma en la que lo hacía con cualquier otra chica. Y no me importaba —él extendió su mano, invitándola a que se siente a su lado. Su expresión mostraba una sonrisa, pero era una triste —, nunca me puse a pensar ni un poco en sus sentimientos ni en la forma en la que actuaba. La mayoría del tiempo pasaba con el ceño fruncido, jamás sonreía y no me llevaba con mucha gente, era lo que más o menos la gente llamaba “un chico malo” —dijo haciendo un ademan de comillas y se giró un poco para verla mejor —, pero yo no era malo, jamás tuve la intención de que la gente me etiquete de esa forma. Yo solo era alguien vacío y con un continuo dolor punzante en el pecho con el que había aprendido a vivir.
—Chris… —le susurró de forma afligida —No sigas —suplicó.
—Hasta que entré a la universidad —dijo ignorándola y Christal agachó la cabeza.
—¿Qué sentido tiene que sigas con esto? La vida nos ha demostrado que no podemos estar juntos. Primero fue Emily, luego Alejandro.
—Pero ni uno de los dos ahora estará presente —dijo de forma desesperada. Odiaba que Christal se ponga terca.
—Sabes muy bien que pronto tendrás que enfrentarla, y no me sorprendería que salga con algo nuevo. Aparte vi otra vez a Alejandro, Chris… —sus ojos se abrieron a más no poder —Lo lamento.
—¿Cuándo? —dijo evitando suponer algo.
—El día del accidente —dijo con los nervios de punta. No sabía si era conveniente contarle que ambos se besaron. Esperaba que decirle que lo había visto sea suficiente.
—¿Y causó algo en ti? —preguntó con temor.
Christal dudó en responder.
—No…
—No mientras, Christal —espetó.
—Estaba enojada y triste por lo que me habías dicho. En ese momento necesitaba un amigo —se sintió sucia al pronunciar aquellas palabras. Sentía que le estaba mintiendo.
—¿Y por qué tuvo que haber sido él, por qué no llamaste a Anthony o Pilar?
—Se apareció de repente, mi intención no era verlo
Ambos resoplaron y miraron a un lado, en direcciones opuestas. Un largo y desesperante silencio se formó en la habitación.Christal no sabía que dónde sacaba las fuerzas para ya no seguir. Se había acostumbrado a que Christian no se diera por vencido y estaba mal, ya que, por ser esa clase de chico, debería estar agradecida e incluso orgullosa de que haya cambiado y haga todo lo que está haciendo por ella.
Christian sentía que sus fuerzas de seguir comenzaban a debilitarse. En ese momento no lo pensó a fondo y solo dejó pasar aquel sentimiento. Quería a Christal como jamás había querido a nadie. Aún no entendía su terquedad absurda, pero sabía que ambos querían estar juntos, y si no dejaba las cosas en claro ese momento, no lo haría nunca.
—Christal —dijo firme, rompiendo el silencio —, no le demos más vueltas al asunto. Acabemos con todo esto. Estoy harto de que las cosas nunca resulten bien para ambos, y ahora que ya no hay nada que se interponga entre nosotros, es nuestra oportunidad. Yo quiero estar contigo. ¿Tú quieres?
La miró con desesperación, ya no podía soportar un minuto más viviendo aquella historia de no-amor.—Christal —alzó un poco más la voz y giró su barbilla para que lo mire —. ¿Quieres? —en su interior rogaba que Christal aceptara.
Ella se preguntó si esa era una propuesta para que sean novios, y si sí lo era, era una muy extraña. ¿Que si quería? Era lo que más deseaba en el mundo; poder estar con él. Pero de pronto, todos los malos recuerdos llegaron a su mente. Recordó cuando se había burlado de ella por primera vez por su aspecto, recordó cuando salió corriendo de casa de Anthony y él la besó para luego decir que no había significado nada, recordó cuando intentó decirle la verdad en la playa, y él la rechazó. ¿Cómo una persona en su sano juicio querría estar con alguien que le hizo todo eso? Pero por otro lado estaban las cosas positivas, y todo lo que había descubierto gracias a él.
Christal, él no es bueno para ti —las palabras de Alejandro llegaron a ella —. Solo aléjate aunque duela.
¿Esa podría ser realmente la oportunidad de ambos para separarse por completo? Era cierto, ahora no había nada que se interponga entre los dos, solo era cuestión de ambos.
No lo quería pensar más, no quería arrepentirse en un futuro por lo que pueda decirle en ese momento. Ya tenía su respuesta lista y cuando se propuso decirla, Christal la interrumpió.—¿Sabes qué? Piénsalo. Mañana me das la respuesta. Y lo que tú digas, será —su expresión era fría, pero en sus ojos vio tristeza
.
Asintió suavemente.—Gracias —intentó sonreírle pero no pudo. ¿Por qué tenía que doler tanto?
—Te acompaño a tu cuarto —se levantó y comenzó a caminar. Christal lo siguió.
Caminaron en silencio, ambos con la cabeza gacha y un agujero en el corazón.
Christian abrió la puerta del cuarto y Christal entró, se giró y lo vio.
—Descansa —dijo ella. Él asintió y sin decir una sola palabra, comenzó a marcharse.
Un nudo en la garganta se le iba formando a medida que lo veía alejarse. No quería las cosas terminen así.
—¡Christian! —exclamó asomándose un poco. Él se giró de inmediato y la miró con esperanzas —¿Me das un abrazo? —dijo con la voz entrecortada a medida que él comenzaba a caminar de vuelta hacia ella. Dio un paso hacia atrás y extendió los brazos. Entonces Christian la besó sin su permiso, y ella no lo detuvo. En cambio, lo rodeó con los brazos y él hizo lo mismo. Extrañaba aquella sensación, la calidez de sus labios y el sentimiento de estar en donde pertenecía.
Lo extrañaba a él.
Christian la besó con impotencia porque sabía que aquel beso podía ser el último de ambos. Y si ella no quería luego de aquella noche, él no insistiría más. Cerró los ojos con fuerzas e intentó grabar en su mente cada detalle de sus labios.
—Quédate un rato —le susurró separándose un par de centímetros y él asintió sin poder evitar jadear.
ESTÁS LEYENDO
Juntos, pero no tanto ©
RomanceEsta es solo una triste y nada popular historia perdida entre tantas, quizá sea buena, quizá no. Él no era popular, tampoco practicaba baseball ni mucho menos era el capitán de algún equipo deportivo. Ella no era una nerd, tampoco era la chica más...