Capítulo 50

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Todos estaban más que encantados con la inesperada propuesta de Anthony. Christal aún no entendía si esa era su sorpresa de cumpleaños pero aun así le encantaba.

Pronto, un señor uniformado los guio por el lujoso hotel hasta una de las suites aparentemente más grandes y caras del lugar.

—A un lado las mujeres, al otro los barones —ordenó Anthony y todos obedecieron —. Nos encontramos aquí en una hora, pueden tomar una ducha si quieren.

Christal dejó su bolso de la universidad en su cama. Seguidamente caminó hacia el balcón de la suite y observó con detenimiento todo el lugar. A sus pies, tenía una enorme piscina que recorría todo el ancho del lujoso hotel, y al frente tenía el mar. Sabía que la iba a pasar bien ahí, nadie podía no estar divirtiéndose en un lugar como ese.

—Chris —la vos de Rose interrumpió sus pensamientos.

—¿Sí? —se volteó hacia ella.

—Todos iremos a conocer el lugar, comprar ropa y comida. Así que —extendió su mano —toma —le entregó una bebida energética.

—¿No descansaremos hoy? —abrió los ojos.

—Claro que no. Menos si es el día de tu cumpleaños. Así que alístate, tomaremos una ducha, nos maquillaremos un poco y nos prepararemos para el mejor cumpleaños de todos —le sonrió y se marchó.

Estimaba mucho a Rose, era muy tierna y su tono de voz era suave.

*

—Christian —lo llamo Anthony antes de que entre a la habitación —¿Puedo hablar contigo?

—Sí —intentó permanecer tranquilo.

—Amigo...

—No me digas amigo —lo interrumpió.

—Christian —se corrigió —. Nadie te quiere ver con un carácter de mierda. Si ibas a estar así no entiendo por qué viniste.

—Por Christal, obvio —se encogió de hombros —. Tengo que darle su regalo de cumpleaños —buscó una excusa intentando restarle importancia.

—Está bien, mira; yo no quiero que estés cabreado conmigo por una simple chica —lo provocó.

—Ella no es ni una simple chica —lo apuntó con el dedo enojado —. Me das asco, creí que al menos la conocías.

—Está bien, está bien... solo quiero decirte que no quiero problemas con nadie en todo este fin de semana. ¿Sí?

—Eso dependerá de ti —dijo por último y lo rempujo por el hombro antes de entrar a la habitación.

*

Al volver a la suite, Christal notó que ya algunas de sus amigas se habían bañado por la toalla que tenían alrededor del cuerpo y cabello.

Ella igualmente entró al salón de baño y sin pensarlo dos veces se desnudó y entró a la ducha, abrió la llave y el agua cálida del clima recorrió su cuerpo.

No le tomó más de diez minutos asearse un poco y salir de la ducha rodeada con una toalla blanca del hotel.

Christal notó que en una esquina había telas de colores, eran vestidos playeros muy simples y supuso que el hotel les daba a los hospedados, agradeció por aquello y tomó el que estaba primero.

Salió de la sala de baño y solo se encontró con Noa.

—¿Y el resto? —preguntó secándose el cabello con la toalla que tenía en las manos.

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora