Capítulo 68

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—No siembres en mí un temor hacia Christian, Alejandro —dijo y él movió la cabeza con algo de desesperación.

—No es mi intención hacerlo, pero yo ya te lo advertí. Sabes que cuando ocurra algo malo, puedes venir, ahora ya conoces mi casa.

—Gracias —dijo neutral y se quedó callada por unos segundos —¿tú sabes algo más de él?

Agachó la cabeza y respiró hondo.

—Bueno… —dudó en hablar —¿Te ha contado de su hermano?

—Sí —dijo segura —. ¿Ves que me ha contado todo? —de pronto reaccionó y se dio cuenta de que no había forma de que él sepa algo al respecto —Espera, ¿cómo sabes de eso?

—El mundo es muy pequeño, Christal —le dijo preocupado y ella comenzó a sentirse cada vez más mareada.

—Habla —se pasó la mano por la cabeza con desesperación —. Dime todo lo que sabes.

—Yo no soy el más apropiado para contártelo. Y es mejor que te mantengas al margen de todo esto.

—¡Alejandro! —alzó la voz, histérica —me estás diciendo que debo alejarme de Christian pero no me dices los motivos reales para hacerlo.

—Si no te lo digo es porque no quiero que te involucres en esto, Christal. Y si no quiero que te involucres es porque no quiero que nada malo te pase.

Christal se levantó del golpe en el sillón y comenzó a caminar sin rumbo, se restregó los ojos con iras. Se sentía un poco más mareada que cuando estaba sentada.

—Chris… —Alejandro le tocó el hombro con suavidad.

—No sé qué hacer —dijo sin voltearse y sobándose la sien.

—Solo aléjate aunque duela.

—Todo lo que haga termina acercándome a él de una u otra forma, hasta a través de ti. Creo que ya no puedo —cayó en cuenta que ya estaba más mareada de lo normal. En su estado de sobriedad no hubiese dicho eso.

—Claro que puedes hacerlo, Chris. En estas vacaciones puedes pensar las cosas con claridad y alejarte por completo. Es hora de que las cosas ya acaben —apoyó su cabeza sobre su hombro.

¿Que acaben? ¿Se lo decía él, quien apenas había visto cómo intenta alejarse de Christian? No había forma de separarse de él porque tarde o temprano regresaban a un mismo punto. No importaba cuántos meses hayan pasado, ambos terminaban sintiendo lo mismo, una y otra vez.

—¿Y si él regresa? —se volteó para verlo.

—Le pones un alto. Y esa vez vas a ser tú quien tome la última decisión. ¿Sí? —agarró sus dos hombros y agachó un poco la mirada para que lo mire a los ojos.

Ella bufó.

—No sabes cuántas veces ya he dicho eso —rodeó los ojos con iras.

—Esta vez yo te ayudaré —acercó su cuerpo al de ella y la abrazó con todas sus fuerzas. Eso era exactamente lo que necesitaba, le devolvió el abrazo y quiso que jamás se acabe ese momento.

—Gracias —dijo con los ojos cerrados.

—¿Quisieras dormir? —le preguntó sin separarse de ella luego de un par de minutos estando abrazados.

—Creo que sí —dijo pero no se separó de él.

Siguieron así, ambos sintiendo la calidez del cuerpo del otro. Christal se sentía bien, se sentía protegida, y solo se había sentido así con una persona, quizá era por eso que no quería que se acabe su abrazo.

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora