Capítulo 75

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Una vez solo, luego de un par de minutos estando en shock, sintió un horrible dolor físico en el pecho. Ese momento entendió a lo que la gente se refería cuando decían que les habían roto el corazón. Sentía pequeños pero dolorosos pinchazos en éste. El nudo que tenía en la garganta se intensificó y de a poco sus ojos se le comenzaron a llenar de lágrimas. Al principio intentó contenerse, pocas habían sido las veces que había llorado y lo evitaba cada que tenía la oportunidad. Pero nada se comparaba con el dolor que sentía aquel momento, el dolor de la pérdida junto con el de la aceptación de perder a alguien por siempre.

No pudo evitar echarse a llorar cuando aquel pensamiento recorrió su mente. Luego de mucho tiempo había esperado que las cosas entre ellos dos se den al fin, pero todas sus esperanzas fueron un fracaso. Se cubrió el rostro con el antebrazo y su llanto ahora era audible. Sentía que todo se iba abajo y sus fuerzas se debilitaban.

¿Por qué las cosas tuvieron que ir de esa manera? Él la amaba, tanto que creyó que iba a ser la chica que lo cambiaría por siempre. Pero ahora ella se había ido, dejándolo solo y con el corazón roto. Quizá se lo merecía luego de que él lo haya hecho por mucho tiempo con varias chicas. Quizá el destino le tenía preparado eso, el que él pague por todo el daño que hizo antes, y vaya que lo estaba haciendo.

No tenía ganas de nada, lloraba porque no podía controlarlo. Y cuando al fin paró, sus expresiones cambiaron totalmente. Se sentía como cuando no la conocía, pero herido. Las cosas dejaron de importarle y en el fondo de su ser, esperaba que solo fuera momentáneo. Había buscado un cambio y no quería volver a lo que era antes.

*

Christal estaba en su moto, yendo a su casa. El dolor se apoderaba de ella de a poco pero sabía que pronto le pasaría. Por su cabeza pasaba la idea de que él vuelva, pero por primera vez en mucho tiempo, supo que él ya no la iba a buscar. Y eso hacía que se desespere, no soportaba la idea de no estar junto a él. De todas las formas que pudo haber terminado aquella historia, esa era la peor.

Tanto se luchó, se lloró, y se sintió, para que al final haya resultado en nada.

Su vista comenzó a nublarse pero ya había llorado lo suficiente en ocasiones anteriores. Ahora solo se sentía vacía, ya no estaría aquello que la hacía soñar y fantasear día y noche.

Los recuerdos junto a él comenzaron a llegar en cámara lenta. Aquella mirada del primer día de clases, la primera caricia y el primer beso.
Respiró hondo, evitando sentirse mal, y solo siguió su camino hacia su casa. Tenía mucho que olvidar en lo que restaba de las vacaciones y no pensaba pasarlas en aquella ciudad. Iría a pasar con su familia el tiempo restante.

Planeaba despedirse de Anthony antes de partir, y quizá decirle lo que ocurrió para que la aconseje un poco. Pero aparte de él, no quería saber nada de nadie, ni de Alejandro. No pensaba en contestarle las llamadas ni mensajes. Si quería no recordar a Christian, sería mejor si tampoco se acordaba de la persona que le hacía pensar a él.

—Perdón —susurró al pensar en el daño que quizá le causó. Esperaba que siga cambiando para bien, y que algún día encuentre a alguien que realmente lo complemente.
Y siguió conduciendo, pensando en las cosas que nunca sucedieron.

~

El tiempo comenzó a pasar. Tal como lo había planeado, Christal fue a casa de Anthony a despedirse y contarle lo que había ocurrido. Él la abrazó fuerte y le dijo que las cosas iban a mejorar. El día siguiente viajó a su ciudad y todo parecía volver a la normalidad. La casa no había cambiado ni un poco, sus padres seguían llegando en la noche y su hermano apenas pasaba en casa. Se encontró con Alastair seguidamente y conversaban de temas varios. Se mantuvo al margen de contarle acerca de Christian, no quería que su amigo le diga algo al respecto. Él le contó que las cosas entre él y su novia iban mejor que nunca y que planeaban viajar por un par de meses fuera de la ciudad.

Christal tuvo la oportunidad de conocerla. Alastair las presentó y se cayeron bien de inmediato. Su nombre era Emma, y supo por qué su amigo estaba tan enamorado de ella. Tenía un aire cálido y amigable, la sonrisa más tierna que había visto y él cabello corto y lizo como el de un chico. Sus ojos brillaban y a medida que conversaban, no pudo evitar comprarse con ella cuando Christal vivía en su ciudad.

Se preguntaba si todo por lo que había pasado en la universidad había valido la pena. Si conocer a Christian al final fue algo bueno o malo. Sí, aprendió mucho de aquella experiencia, pero así mismo cambió, y ella se quería más cuando no tenía más amigos que Alastair y pasaba bien con su familia. No tenía mucho de qué preocuparse ni nadie que ande en su cabeza absolutamente todos los días de su vida.

En su casa volvió a hacer los mandados de todos los días. Su gata, que había llevado desde su ciudad de estudio, peleaba a menudo con el perro que tenían en casa. Intentaba escribir lo que tenía en mente para liberar el nudo que se le formaba en la garganta cada que pensaba en Christian. No se consideraba muy buena en eso, pero al menos era una buena forma de desahogarse si no quería llorar. Aun así se sorprendió varias veces limpiándose las mejillas mientras escribía y detallaba todo lo que sentía y lo que había pasado con él.

~

Los días para Christian parecían ser infinitos. Hubiese querido salir de vez en cuando y despejar su mente pero su pie se lo impedía. Lo limitaba a pasearse por su vieja casa y no hacer más que pensar en ella, pero ya no de la misma forma en la que lo hacía al principio. Ahora era distinto, como si cada recuerdo fuera una dolorosa pesadilla. Ya no sonreía, sino más bien una mueca se le figuraba en el rostro. Aquella hermosa chica lo había herido más de lo que lo pudo haber herido cualquier otra persona. Y luego de haberlo meditado varios días, decidió auto-culparse por todo lo que había ocurrido. La había herido demasiadas veces que cualquier persona cuerda no hubiese aguantado demasiado y se hubiese ido antes. Aun así, hubiese soñado que ella sea la chica que se quedó hasta el final, pero no fue así.

Tuvo que eliminar todas sus fotos porque no podía evitar verlas cada cinco minutos. Y se auto-engañaba cada que pensaba que ya no las vería más, porque sabía perfectamente que tenían una copia de seguridad.

La tercera semana lejos de Christal, ya cuando creía que el dolor no disminuiría por sí solo, empezó a ocupar su mente en otras cosas. Lo primero que tenía planeado era hablar con Emily del asunto que tenía pendiente. Y para eso, llamó a Jake para que lo ayude movilizándolo, él aceptó sin ni un problema.

Sentía que debía ocuparse de lo último que le había provocado dolor de cabeza y mientras más rápido lo haga, mejor.

Era un martes al mediodía cuando Jake condujo hasta su casa y lo recogió para luego dirigirse hasta donde Emily estaba. En el camino le contó lo que había ocurrido con Christal y Jake se mostró sorprendido.

—Realmente creí que terminarían juntos —dijo volteando a verlo un par de segundos.

Christian mantuvo silencio y pensó en que él también lo había creído, para él era casi un hecho. Jamás se había imaginado a él mismo dándose por vencido o poniéndole un fin a la historia de ambos.

—Yo también —dijo sincero y miró por la ventanilla.

Jake siguió conduciendo y le contó que las cosas con su novia no iban muy bien. Cada vez sentía más presión y de a poco creía que estaba con ella solo por compromiso. Christian le prestó la mayor atención que podía en esos momentos. En su cabeza no había nada más que Christal en todas sus formas; Christal en clases, Christal jugando tenis, Christal despeinada, Christal comiendo, Christal durmiendo, Christal siendo Christal. Aun así le aconsejó que lo mejor era alejarse antes de que las cosas se salgan de control, tal como ocurrió entre él y Emily.

Aproximadamente dos horas después, Jake paró al frente de la casa de Emily.

—Es hora de acabar con esto —habló Christian luego de un par de segundos.

Juntos, pero no tanto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora