{13} ¿Cita?

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De un momento a otro, todo alrededor pareció caer en el más ameno de los silencios.  Mi caminar es guiado por el mismo y siento como una energía, proveniente únicamente de él, me anima a seguir hasta alcanzarle. Su figura, grande e imponente, se detiene estoica a unos metros de mi, pensando en que no conoce de mi presencia, sin embargo, me equivoco. En cuanto mis labios se separan para hablar, Sebastián gira y sus ojos azules me encuentran bajo la bruma más encantadora posible. 

—Como siempre, es un placer verte.— dice con una cercanía que me derrite el corazón, sonriéndonos uno al otro con algo que me parece más que simple amabilidad.

Veo como se acerca a la mesa y cerca de esta, toma una de las sillas por su respaldo, arrastrándola unos centímetros en obvio gesto de ofrecimiento. "Por favor", susurra y no puedo hacer más que acceder a su tan alegante consideración. 

—Vuelvo en un momento. Discúlpame.— escucho a mi espalda una vez tomo asiento, viéndole enseguida pasar a mi lado y a paso calmado y tremendamente sofistico alejarse de nuestra mesa.

Aquel momento de soledad me da un instante de calma. Suspiro con poder, dejando todo fuera de mis pulmones, sintiendo también como el peso en mis hombros se siente con fuerza. Mi monologo interno es preciso y alentador. Debo únicamente mantener mi respiración constante y mi mirada solo el tiempo suficiente en la suya. Había descubierto el poder malicioso que su mirada azul contenía y debía, por ende, andar con cuidado. 

—He pedido sunday roast y puddin Yorkshire.— su voz me toma por sorpresa, apareciendo por el lado contrario por el cual le había visto marchar. Con la misma elegancia mostrada en cada movimiento, él toma asiento y sus ojos azules me observan como un nivel de emoción que me deslumbra por completo. —¿Está bien para ti?

Verbalizo con suavidad mi respuesta, no obstante, alimentarme era lo ultimo que en ese momento podía pensar. Enseguida, él pregunta por el viaje y comento nuevamente sin problema, al tiempo que una menuda mujer acerca una botella de vino a nuestras copas, depositando en ellas su dulce contenido. 

—Su nueva asistente, Stella, ha sido muy amable.

—¿En serio?— pregunta y eso me llama la atención.

—Claro que si. ¿Por qué la sorpresa?

—Con lo poco que lleva, me he percatado de su personalidad algo...rígida, a momentos.— argumenta y aquello me parece tan gracioso que no puedo evitar mi pequeña carcajada. —¿Qué es tan gracioso?

—Quizás, inconscientemente, esa es la razón por la cual la ha contratado. Ha encontrado cierta comodidad en su forma de ser. 

—Cierta similitud, querrás decir. Porque comodidad ya la tenía contigo y no es lo que busco en ella.— se atreve a decir produciendo que mi corazón, una vez mas, sufriera de una fuerte pulsación. 

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora