{54} Alemania

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[ Martes 14 de Julio, 2009 ]

A la mañana siguiente, me despierto desnuda y completamente sola en mi habitación

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A la mañana siguiente, me despierto desnuda y completamente sola en mi habitación. Me lleva unos minutos recordar que seguramente, Sebastián había vuelto a Nueva York y tan solo pensarlo y saber que no nos despedimos como me hubiera gustado, pone una nube gris sobre mí.

Sin embargo, mientras los minutos pasan y mi mente parece despertar un poco más, recuerdo nuestra noche. Las sábanas seguían calientes y quiero pensar que es su esencia la que sigue entre los pliegues, como también en cada espacio de mi cuerpo. Me encontraba perdiendo la cabeza por aquel hombre cada día más y no me importaba en lo más mínimo.

Dejo de fantasear cuando escucho la voz de mi hermana y cercioro en mi celular lo tarde que es; bueno, para estándares de mi madre, lo era. Me pongo de pie y simplemente me cubro con mi bata favorita y de camino a la cocina mantengo mi atención más dispuesta en la pantalla de mi celular que en mis pasos, llevándome la sorpresa de mi vida al hacer ingreso a la cocina.

Me sobresalto en mi lugar, quedándome quieta y boquiabierta. Observo a mi hermana en primera instancia y después, completamente desconcertada, giro mi rostro a Sebastián quien desliza sus ojos azules por mi cuerpo con la misma lasciva energía que anoche había demostrado.

—Estás aquí...— susurro casi para mí misma.

—Aparentemente.— dice él y de inmediato la voz de mi hermana se hace escuchar.

Ella apunta lo tarde que es y como las sabanas me han retenido. Lentamente, camino hacia ella y le regalo una bastante simplona sonrisa, aun en estado de tremendo impacto y alerta por lo que estaba sucediendo.

—¿Qué se te apetece para desayunar?— pregunta Sebastián y mi mirada vuela a él enseguida y es ahí cuando noto en lo que él se encuentra haciendo.

Se había adueñado de nuestra cocina, usando todo lo que se le antojara o necesitará para la preparación del desayuno, el cual, por lo demás, olía de maravillas.

—Lo que sea que tengas para ofrecerme está bien.— digo y de manera torpe y pesada, logro sentarme en el taburete ubicado a un lado de Elise.

Él sonríe y con aquella intensidad única en su persona, arrastra su mirada lejos de mi y se dispone a preparar todo.

—Panqueques con crema inglesa, entonces.— dice y no soy capaz de responder de alguna forma cuando mi mirada se posa en mi hermana, quien eleva una de sus cejas rápidamente, acompañada de una sonrisa de costado que guarda un sinfín de interrogantes para mí.

¿Hace cuanto habrían estado aquí? ¿De qué habrían hablado?

—Tu novio cocina muy bien, hermana...— habla ella de repente, volviendo a meter una bocanada de paquetes dentro de su boca, después. —¿Dónde has aprendido a cocinar?

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora