✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
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Aguardo mi sonrisa llena de satisfacción y de una felicidad que solo a su lado creo soy capaz de sentir y mientras me remuevo en mi cama, adorando el calor que aún persiste de nuestros cuerpos, veo como él sale de la habitación del baño completamente desnudo como yo lo estoy.
Le veo caminar hacia mí y detenerse justo al borde de la cama y no puedo hacer más que suspirar largamente. ¿Quién hubiera pensado que esta noche acabaría de esta forma? Adoraba a este hombre y todas las sorpresas que siempre traía consigo.
—Eres un desastre. Tan hermosa.— susurra y me extraña como la oscuridad que nos inunda no es capaz de opacar el brillante excitante que hay en sus ojos.
Sonrío a lo que puedo considerar como uno de sus tantos elogios, sabiendo que lo dice en serio porque mi desorden luego del sexo es algo que le vuelve loco.
—Tal vez es hora de que te vayas.— digo y la expresión que se refleja en su rostro es adorable, aun así, la fuerza en su mirada no desaparece.
—¿Estás acaso echándome?— pregunta y yo le regalo una dulce, inocente sonrisa.
—Mi madre podría estar de regreso en cualquier momento.— me justifico y ciertamente, me importa eso, ya que no me quería dentro del gran problema que algo como esto podía generar.
—Oh, verdad, ella me odia.— su voz se escucha con este tinte de gracia, el cual contagia a mi sonrisa, pero que lentamente empieza a desvanecerse.
De pronto, pienso en lo triste que eso es y casi apropiado. No era que le odiara realmente, pero obviamente no era de su agrado y las palabras que había dicho en el hospital daban prueba de eso. Mi madre no confiaba en él porque creía que me dañaría y me duele mucho pensar en cuanta verdad puede haber en eso.
—¿Qué ha cruzado tu mente?— pregunta e inmediatamente mi mirada se cierra y pienso que guardar silencio es lo que debo hacer, sin embargo, mis labios no son capaces de sellarse en ese instante.
—Mi madre...ella dijo que no eras bueno para mi.— susurro y por unos segundos, nos mantenemos en completo silencio, sin ningún gesto de su parte o mío.
—¿Qué es lo que tú crees?— musita, viendo como su rostro mantiene esta pulcra resistencia, como si sintiera absolutamente nada.
Mi mirada se estremece, como lo hace todo mi cuerpo y mi corazón, también, queriendo tener una respuesta válida para entregarle, pero, no hay nada a lo que puedo aferrarme y eso duele mucho más.
—Todavía no lo sé.— hablo y maldita sea, mis palabras se han escuchado como el más piadoso ruego, y cuando mis lágrimas nublan mi vista, pestañeo bruscamente, alzo mi cuerpo de la cama, al tiempo que tomo la bata y cubro mi desnudez.
—La mujer que me introdujo a esto fue mi tía.— alzo el rostro a la misma oscuridad, siendo mi cuerpo detenido por el temblor que me ha golpeado y quizás, todo esto es un sueño.