✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
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Arrastro mi mirada a la siguiente página, en la parte superior donde comenzaba el nuevo párrafo de la historia.
‹‹Una tarde calurosa, Arthur Dimmesdale estaba dormido en una silla. Roger Chillingworth entró en la habitación. Caminó en silencio por el suelo y se paró frente al ministro. Él puso su mano debajo de la camisa del joven hombre y no la movió durante un minuto. Entonces él tomó su mano y miró al ministro con una helada sonrisa. "Tenía razón." él pensó. "Hay un secreto en tu corazón. Es tan caliente como el fuego. Pero, querido Ministro, no es tu secreto ahora. ¡Es el mío también! ¡Tu vida está en mis manos!".››
Me detengo y enseguida, de manera casi monótona, mi mirada viaja a su rostro y me encuentro con la sorpresa de que su hermosa mirada me observa con un deleite único.
Él seguía sujetando el par de documentos de su empresa, sentando me manera tremendamente correcta sobre su cama y contra el respaldo de esta, mientras yo me había situado a lo largo de la superficie inmensamente cómoda.
—¿Qué pasa?— pregunta él ante mi repentina atención.
Pestañeo y pienso en aquellas líneas extraídas del libro "Letra Escarlata" de Hawthorne y por locura que pareciera, se me hacía que encajaban perfectamente con su persona.
—Tienes un secreto en tu corazón.— susurro cada exacta palabra de aquella oración y su mirada azul se entrecierra, descendiendo después al libro que sujeto aun entre mis manos.
—Todos tenemos secretos.— dice con una realidad que es tremendamente verdadera.
—Puedes compartir tu secreto conmigo.— susurro y sé que estoy dando el más arriesgado de los saltos.
Dejo el libro caer contra la cama y su rostro de inmediato se inclina un par de centímetros a mi dirección, dejando a un lado los documentos, también.
Nos observamos de manera directa y sincera y todo se siente como se ha sentido desde que nos encontramos hace un par de horas, cuando él pasó por mí a la cafetería y beso mis labios con una dulzura que ya adoraba con todas mis fuerzas.
—Inténtalo, entonces.— susurra de pronto, sorprendiéndome sin duda.
—¿Intentar qué?— pregunto queriendo resolver mi duda y su respuesta es tremendamente inesperada.
—Intenta descubrir cuál es mi secreto.— y ahí él se encontraba, cediéndome en máximo voto de confianza hasta el momento.
Lentamente, me muevo hacía él y nerviosa como me siento, acomodo mi cuerpo sobre el suyo, con su gentil ayuda que me hace mantenerme firme y cómoda.
Inspecciono la zona de su torso por un par de segundos, volviendo después mi mirada a la suya, y aun cuando había deseado algo como esto desde el primer momento, me sentía extrañamente no merecedora de algo así.