{41} Algo Mejor

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Cuando había revisado la hora, eran cerca de las diez de la noche y eso significaba que Julianne debía marcharse y realmente, era una pena

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Cuando había revisado la hora, eran cerca de las diez de la noche y eso significaba que Julianne debía marcharse y realmente, era una pena.

Luego de nuestra visita a La Perla, habíamos pasado una tarde increíble junto a su madre en Ashridge Estate, un área maravillosa con paisajes ricos en vida silvestre para explorar a pie o en bicicleta, como se quisiera, siendo sin duda el mejor panorama para nuestra tarde.

Un suspiro escapa de entre mis labios cuando ya les veo marchar y cuando entro a casa, el silencio en esta juega únicamente en mi contra.

Quizás era mi momento para inspeccionar su propiedad. Era mi primera vez en su casa y a diferencia de la que tiene en Michigan, esta es un poco más pequeña y acogedora. Sin embargo, no me encontraba con los ánimos para fisgonear. Solo, pedía por un baño y perspectiva. Siempre, mucha perspectiva.

Mis pensamientos alardean sobre lo sucedido hoy y mientras subo las escaleras hasta el segundo piso, caminando directamente a su cuarto y después, al baño, cuestiono todo nuevamente. Todo lo que somos.

Era imposible no sentir las sombras de las demás porque todo lo que ha hecho conmigo, lo ha hecho con ellas. La realidad de eso apestaba y dolía enormemente. No obstante, no había permiso para queja, ¿verdad? Yo había accedido. A pesar de todo, había dicho que sí.

Aquello me aturde fuertemente y esta vez, un gruñido pesado escapa por mi garganta, captando de pronto, casi de manera fugaz, la pequeña cajita sobre el buro del lavamanos.

Mierda...— mis manos toman la cajita como si se tratara de lo más importante de mi vida y en ese minuto, lo era absolutamente.

Vuelvo a maldecir, sintiendo un frío escalofrío recorrer mi espalda, pensando en qué hacer y cómo había podido ser tan estúpida para olvidar tomar una de las pastillas.

En un segundo, dentro del mar de pánico que se ha creado a mi alrededor, mi mente me aconseja que es mejor y sin más, corro de regreso a la habitación y del mueble de noche tomo la laptop de Sebastián.

Mi búsqueda es implacable y hasta que no leo la misma sugerencia en más de seis sitios, obviamente confiables y seguros, decido que hacer finalmente. Sin embargo, antes de borrar historial y dedicarme a lo siguiente, el tono de mi celular anuncia un nuevo mensaje.

"Estaré en unos minutos por allá. Yo..."

Hay una breve pausa donde incluso su silencio se siente diferente.

"Yo...te extraño."

La melancolía en su voz es evidente y por un minuto, el gran dilema que tengo entre manos, pasa a segundo plano.

Siempre eran sus palabras las que dejaban esta dualidad en mí. Me llenaba de felicidad, de un cariño que era único e inesperado, como también de una tristeza que sentía sería la culpable al final de separarnos por completo.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora