✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
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Anuncio mi llegada en voz alta al entrar a casa y el silencio que sigue es respuesta clara para saber que ni mamá, ni Elise han llegado aún.
Luego de lo sucedido en aquel precioso lugar, regresamos a la casona y ahí intercambie mi vestido por ropa suya, mientras la mía se demorada lo necesario, primero en la lavadora y después en secar, para una vez tener todo de regreso, subir a su auto camino a casa y lo lamento sinceramente.
—Gracias por hoy. Fue agradable.— digo, agachando la mirada, resultándome imposible ocultar mi problema.
—¿Qué pasa?— pregunta y sé que es producto a mi cambio.
Dudo un segundo para después hacer un gesto con mis labios, levantando enseguida mis hombros en un gesto bastante despreocupado.
—Me hubiera gustado tener más tiempo hoy. Eso es todo.— hablo con la verdad y su pregunta no demora en hacerse escuchar.
—¿No fue suficiente para ti?— separo mis labios lentamente y analizo esta expresión tan...malditamente seductora que tiene y para hacer todo peor, tiemblo sobre mis pies en cuanto se acerca sin ningún respeto a lo que es mi espacio personal. —Desde el viernes, tendremos todo el tiempo que queramos.— prometo y sus palabras son el presagio más esperado, deseado y querido por mí.
Un muy agradable cosquilleo me recorre y sé que son las puras ansias apoderándose de mí, deseando enfermizamente que ya sea viernes.
—Te veré el viernes, entonces.— digo y noto como su mirada, pacientemente, cae sobre mis labios y sé, como todas las veces anteriores, que codicia probar mis labios nuevamente y como es su deseo, no demora ni un segundo más en hacerlo realidad.
Mi rostro es sostenido por ambas manos en primera instancia, donde marca sus labios contra los míos con fuerza inmaculada, sintiendo rápidamente como una de sus manos desciende y rodea así con su brazo mi cintura, pegándome a su cuerpo y haciendo que avanzáramos hasta caer contra el sofá ubicado a solo unos pasos.
Disfruto la caída, reclamando de inmediato el sabroso néctar de sus labios, acercándole a mi todo lo posible mientras siento como sus manos, tan desesperadas como nos mostramos ambos, suben y retiran mi vestido de una dejándome únicamente en bragas.
Su boca intercambia la mía por mis senos, muerde y humedece mis botones, endureciéndolos y haciendo pronto que el gesto doliera agradablemente, y poco a poco, la delicada caricia de sus dedos pasa por mi vientre hasta llegar a su más deseado lugar.
Gimo y mi cuerpo se desarma en un temblor de leve dolor al sentir como sus dedos se desplazan dentro de mí, jugando con la misma intensidad y malicia que su boca sigue usando contra mis sensibles senos.
—Muéstrame...— susurra cuando vuelve a mis labios, su voz exquisitamente excitada, impaciente y con tremenda necesidad. —Muéstrame como te tocas.— pide y la gravedad de su voz marca el movimiento intento de sus dedos en mí, y a través de suaves gemidos soy capaz de expresar la verdad de mi situación.