[ Jueves 14 de mayo, 2009 ]
—Buenos días, señorita Perret.
—Buenos días, señor Fassbender.
Mi cántico es delicado, muy a diferencia del suyo tan formal y varonil como cada mañana. Las puertas del ascensor se cierran detrás de él y escucho como su saludo se extiende a las chicas detrás del escritorio, mientras yo mantengo mi mirada solo en él examinando como había escogido vestirse hoy. Aquello se había convertido en un infantil capricho en estas pocas semanas y vaya que él sabía vestirse bien. O quizá no era cuestión de buen gusto. Al señor Fassbender todo le calzaba estupendo únicamente por poseer un cuerpo que se percibía el cuidaba con esmero.
Junto mis labios y trago con una dificultad inmensa, notando los primeros pasos que él da en dirección a su oficina.
—A mi oficina, por favor.— pide en un marcado, suave y muy delicioso inglés británico, extrañándome aquel "por favor" de manera particular.
Era la segunda o tercera vez que le escuchaba pronunciar aquella palabra y es que no era al parecer una de las más comunes dentro de su vocabulario. Pestañeo rápidamente, recordando que esa reciente orden estaba dirigida para nadie más que para mí.
—Enseguida, señor.— susurro, siguiendo sus pasos de inmediato.
Como cada mañana, el señor Fassbender pasa por la sala central en el gran piso donde su oficina está ubicada. El lugar poseía una elegante y clásica recepción que era apoyada por dos guapas secretarias con quienes él poco y nada trataba, solo, para reducidas exclusividades profesionales. Cuando alzo la mirada, le veo detenido a unos pasos que no demora nada en alcanzar. Él mantiene la puerta de su oficina detenida para mí.
—Gracias.— susurro al pasar directamente por su lado hasta detenerme frente a su escritorio.
Tomo una bocanada profunda de aire con incesable necesidad, esperando yo esta vez por él. Observo cada pequeño movimiento que da al acercarse, como dispone sus cosas en un orden ya clásico de él. Después, él toma asiento en su sofisticado trono.
Había sin duda muchos rasgos fascinantes en él y su varonil belleza era uno de ellos. Era simplemente impresionante. Indudable e hechizadora. Sin embargo, no había nada que pudiera superar la grandiosidad de su mirada.
Si tuviera que elegir sin duda el par de alucinantes zafiros que poseía eran mi parte preferida. El poseía grandes, profundos y hermosos ojos azules. Eran los ojos más hermosos y brillantes que jamás antes había visto. Los cuales con aquella potente e intensa profundidad te dejaban saber que él poseía algo. Algo de lo que era suertudo dueño y podía controlar y era intimidante. Él me observaba con ojos fijos y fuertes. Inteligente y muy curiosa mirada que siempre parecían forman la combinación perfecta y más adecuada.
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{ I } SUEÑOS INOCENTES
Roman pour Adolescents✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞ Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...