{7} Peligroso

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Le observo intercambiando palabras con su chófer, todo en un tono bastante alejado para que no pudiera oír nada al parecer

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Le observo intercambiando palabras con su chófer, todo en un tono bastante alejado para que no pudiera oír nada al parecer. Lo que si puedo ver con claridad es el momento en que su chófer le pasa las llaves con un pequeño movimiento de cabeza como si hubiera asentido a algo dicho. Enseguida, Sebastián posa su mirada en mi y hace que intensos escalofríos recorran mi cuerpo. La carpeta roja que traía sujeta entre manos estaba ya hecha un desastre, haciéndome a la idea ya que tendría que volver por una copia de los documentos pedidos.

Ambos nos acercamos al auto, siendo él quien, de manera tan elegante y caballera, abriera la puerta para mi, esperando con tranquilidad y agradable expresión en su rostro el que me metiera dentro. Segundos después, él toma su lugar, también, acomodándose en el asiento del chófer a su gusto. Junto mis labios y desvio la mirada exaltada, sintiendo el latido de mi corazón contra mi pecho, fuerte, retumbante; debilitándome completamente.

—Veo que no te lo pondrás.— su varonil voz se escucha y mi mirada, igual de inquieta que mi respirar, se posa en él.

Sebastián mueve su rostro, inclinándolo a mi dirección.

—El cinturón de seguridad.— susurra con aquel ligero y dulce tono de pasión en su voz esta vez, siendo canto para mis oídos. Pestañeo rápidamente, observando ansiosa a mi alrededor.

—Oh, sí, lo siento...— murmuro quedando completamente paralizada en cuanto, de manera tan inesperada, él se acerca a mi, tomando el cinturón de seguridad, teniéndome, de pronto, entre sus brazos.

Mi respiración se detiene y mi mirada examina nuestra cercanía; la belleza de su rostro, el aroma exquisito que emana de su cuerpo. Coloca y aprieta el cinturón alrededor de mi cuerpo con inmenso cuidado, haciendo que a cada roce de sus manos, mi cuerpo simplemente reaccionará con inusuales, pero, exquisitos espasmos que pedía solo yo fuera capaz de percibir.

—Estás segura ahora.— murmura con su rostro muy cerca del mío aún, y por un minuto pienso y pido a gritos internos que me besara. Quería que me besara ahora mismo dentro de su auto.

Sus labios lucen exquisitos, rojizos, finos y delicados. De seguro, increíblemente dulces y con una magia única de no poder olvidar cada roce de ellos. Esa era mi inocente percepción y quería sentir todo eso verdaderamente.

—Gracias.— digo yo esta vez dejando escapar el aire por entre mis labios.

Su mirada se estremece y pronto, una delicada sonrisa se dibuja en sus labios, mientras aún seguía observándome con aquella intensidad tan provocativa suya.

—Es un lindo auto.— hablo cuando el silencio, no incómodo, pero, si abrumante, estaba haciéndome sentir más de lo que posiblemente debía.

—¿Sabes sobre autos?— pregunta sin duda con interés en su exquisita voz.

—No realmente. Solo pienso que este es hermoso.— contesto dejando ver una nerviosa sonrisa, esperando que él siguiera con algo y prolongara nuestra conversación más allá, pero, si, él era diferente. —Al parecer, hablar no es de su agrado.— suelto esperando como última instancia que mis palabras le hayan parecido inapropiadas y se molestará conmigo.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora