{5O} Excepcional

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[ Domingo 12 de Julio, 2009 ]

Mi sobresalto hace que mi cabeza duela

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Mi sobresalto hace que mi cabeza duela. Una de mis manos acaricia mi frente y mierda, ¿Cómo era que dolía tanto? Suspiro y trato de recordar la noche pasada. Solo vago recuerdos y urgh, inmensurable placer.

Doy una vuelta en mi lugar y abro la mirada por fin, enfrentándome al cielo blanco de la habitación de Sebastián. Esto traería problemas. Maldita sea.

El sonido de la puerta me captura y como si hubiera sido un susto de aquellos, me incorporo tal como me encuentro, completamente desnuda y, sabía también, totalmente desaliñada y él sonríe de manera dulce ante lo que ve, completamente encantado.

—Esto es lo que necesitas ahora mismo.— me informa al acercarse, indicando la bandeja que trae entre sus manos.

Un jarrón de agua se encuentra en medio de la bandeja junto a un bowl de frutas picadas, un vaso vacío y otro con jugo que asumo es de naranja, más unas tostadas con algo que no puedo identificar a simple vista.

—Gracias... — susurro y él solo hace un suave gesto con su rostro, dejando a un lado de mi la bandeja, extendiéndome después la camisa blanca que anoche le había quitado.

Me cubro con la suave prenda, adorando el olor que esta desprende de él viendo enseguida como él acerca dos pequeñas pastillas en la palma de su mano. No lo dudo y las tomo, recibiendo también el vaso de agua que me ofrece sin demora.

—Eres un encantador desastre esta mañana, Catherine... — dice él con esta gracia tan única suya.

Le observo y me encuentro con lo deslumbrante que se ve esa mañana. Él había bebido mucho más que yo y parecía como si nada hubiera pasado. Cada espacio en él lucía simplemente magnifico.

—No te burles de mi... — le pido ciertamente avergonzada, obteniendo un poco más de recuerdos de lo hecho. —Anoche... — susurro y él enseguida continúa. —Anoche fue una vez más excepcional.

Su halago es verdadero. Lo sé por la manera en que su mirada brilla y toda su expresión responde a lo que ve de mi en aquel estado.

—No recuerdo mucho, por lo que me veo obligada a confiar en ti una vez más. — su mirada se entrecierra con esta picardía tan sensacional, la cual me hace sentir como miles de fuegos artificiales explotando en mi interior. —Sabes que nunca miento... — dice y por un par de segundos únicamente nos observamos. —Come ahora.

Pide un instante después, acercando un poco más la bandeja con el rico desayuno que había preparado. Tomo unos pedazos de fruta sintiendo en el débil proceso un pequeño dolor en medio de mi cabeza.

—Siento que soy yo la que se llevo la resaca de ambos... — comento, capturando su bella sonrisa. —Bueno, no volverá a suceder. No te preocupes.

Le miro directamente, tan extrañada por la forma en que había hablado.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora