✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
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«Muchas gracias por esto y claro, por todos los demás.»
Hace una semana había dejado aquel edificio y lo único que acechandome eran sus palabras, con un tinte sincero de misterio e intensidad, tan comunes en él. Sentía que estaba perdiendo la cabeza alrededor de una situación que debía significar absolutamente nada. Pensaba mucho más en él de lo que había pensado en esos dos meses trabajando a su lado. Me sentía extraña. Realmente desconectada de mí.
En mi primera semana había hecho cosas suficientes para, una, comenzar a ocupar mi tiempo provechosamente y otra, tratar que aquellas actividades ayudarán a calmar la miseria que sentía en relación al señor Fassbender. Había también ocupado mi tiempo con Greg, con mi hermana en casa e incluso había vuelto a mi antiguo empleo en la cafetería que había dejado en pausa. Y ayudaba. De alguna manera, tenía que ayudar a enfocar y ordenar mis prioridades.
Me encontraba exhausta. Mis noches eran desafiantes, ya que conciliar el sueño parecía una tarea cada vez más difícil con el paso de los días. Sebastián Fassbender se me había metido en la cabeza y creo que no tenía opción alguna de poder sacarlo de allí. Indebidamente, a esas horas de la noche, sus palabras eran ecos en mi mente. La forma en que sus labios gesticulaban al hablar, el color de su piel, su tan atractivo rostro y esas maravillosas facciones de las cuales era dueño. En ese cabello alborotado el viernes o lo bien formado que estaba el día en que nos conocimos. Todo ello era un conjunto tremendamente peligroso, llenando mi mente de supuestos que jamás llegaría a vivir.
—Aquí se encuentra todo lo que necesitas.— dice Alice, la joven secretaria del director.
Le miro atenta, volviendo a la realidad y tomando la carpeta con los documentos que le había pedido.
—Muchas gracias.— susurro, escuchando desde el fondo de mi bolso el cántico de mi celular. —Adiós y gracias, nuevamente.— me despido de la chica con la misma amabilidad mostrada de su parte.
—¿Has llegado?— pregunto a Samantha, mi mejor amiga.
—Estoy en la escuela hace un par de horas.— dice mi amiga con aquel tono de ganadora. —Ven al estudio.— ordena enseguida, siéndome muy obvio aquello.
Samantha estaba en su tercer año de estudio en fotografía y ya desde hace mucho le había comenzado a ir bastante bien con ello y es que era increíblemente buena con la cámara. Tenían una relación impresionante.
—¿Estás tomando fotografías a los estudiantes? ¿No sabes que eso es ilegal?— bromeo, queriendo únicamente molestarla.
—Vine por trabajo...— alarga ella con sutil entusiasmo en su voz. —Y tengo a un modelo que necesitas venir a ver ahora mismo.— murmura con una emoción ya conocida, marcando cada palabra con fuerza.