{55} Diane

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[ Viernes 17 de Julio, 2009 ]

[ Viernes 17 de Julio, 2009 ]

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Londres


         Arbor Trace Center era el lugar donde Julianne había residía desde hace un par de semanas. Quedaba en un barrio algo exclusivo de Londres y poseía características que de boca de Henry lo hacían parecer el mejor lugar del mundo.

Escucho a los hermanos platicar brevemente sobre su día. Henry resume en dos palabras lo tedioso de su día empresarial y Sebastián solo se limita a una palabra con respecto a la graduación en la que había sido mi escuela. Ahora, sin duda, era loco pensar que nos encontrábamos casi al otro extremo del mundo.

Cuando el automóvil se detiene, tengo vista clara de la residencia y si, a primera vista, Henry no había errado en su descripción y acepto aún más su descripción cuando al adentrarnos al lugar una atmosfera de absoluta serenidad me invade. Se respiraba tranquilidad por donde fuera en ese lugar.

—Ha estado bien los últimos días. — habla una de las enfermeras a cargo, quien a su vez se dedica a rellenar datos en un libro de registros. —Tiene sus momentos, claro, pero, vuelve a los minutos. Aun así, soy alguien nueva para ella todos los días. — informa la muchacha y lamento al oír eso.

Observo a Henry, quien ahora, se encuentra con bolígrafo en mano listo para firmar lo que la enfermera le ha dispuesto, y a su lado, mi mirada encuentra a Sebastián. Él examina lo que hace su hermano, sin embargo, me parece que no toma atención realmente. Podía asegurar que su mente se encontraba en rincones para nada agradables.

En cuanto Henry termina, somos dirigidos a donde supongo se encuentra. Nos detenemos unos segundos ante una habitación, antes de que la enfermera nos diera el permiso de acércanos.

—Le hará bien verles. — anuncia la chica. —Ha estado preguntando por usted señor Fassbender...— deja ella en el aire cuando ya Henry se ha ingresado y Sebastián solo puede responderle con un tieso asentimiento.

Sin esperarlo, su mano se escabuche entre la mía y la toma con fuerza. No me observa, solo me sostiene y nos hace ingresar a la habitación que ya se ha llenado con la alegría de Julianne al ver a su hijo menor y en cuanto ve a Sebastián su rostro se desfigura en un nivel de emoción y alegría que nunca había visto en alguien.

Ambos se acunan con un cariño que es preciado y no puedo evitar emocionarme. Es una maravilla saber que ella vive en ese momento de manera tan plena y verdadera y pedía con todas mis fuerzas que no lo olvidará jamás.

—¡Que alegría verte!— dice ella y sus manos sostienen mi rostro con un aprecio que me toma por sorpresa, pero solo atino a sonreír con rastros de cierto nerviosismo que no se muy bien como ocultar. —Mi querida, dulce Diane...— y de pronto, todo cambia radicalmente.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora