Las puertas del ascensor se abren ante nosotros cuando el contador marca cinco, mostrando así el basto espacio que se expandía más allá. Lentamente, camino fuera, mientras me daba la gozada de observar todo el alrededor a mi antojo. El reluciente alfombrado, las paredes de un rosado pálido con flores blancas en ellas como decoración, los cuadros que yacían colgados y los pequeños muebles blancos con lámparas o algunos libros sobre ellos. Nos detuvimos dentro de una nueva habitación, la cual supuse era el salón principal y estaba impactada ante el hecho de que este lugar pasaba sin mucha necesidad por un departamento, pero era un simple hotel.
—¿Estás cansada?— la suavidad y tranquilidad de su voz me toma ligeramente por sorpresa, dándome cuenta de lo sensible que me hallaba.
—No, realmente.— digo y niego al tiempo despacio, con sus ojos azules tan intensos en mi.
—Déjame mostrarte tu cuarto.
Pronuncia con su magnífica elegancia, pidiendo una vez más por mi mano antes de comenzar a caminar. El nuevo cuarto, él que el había llamado mío, era una replica de todo lo demás. Todo el lugar era ridículamente sofisticado y hermoso.
—Quizás es mejor que descanses esta noche.— dice y me tiene enfrentándole inmediatamente.
Por un segundo, siento mi respiración debilitarse. Parado frente a mi, impecablemente hermoso y seductor de pies a cabeza, aguardando en su mirada una calidez que solo quiero me cubra con ella y su abrazo. No quería que esa noche terminara de esa forma.
—¿No te quedarás?
—Si me quedo infligiríamos todas las reglas.— habla con una suavidad que me parece temor, o quizás lamentación, y aún en su lugar, con no intención aparente de marcharse.
—¿Crees que hacerlo no valdrá la pena?— digo con un atrevimiento totalmente desconocido en mi persona, lo cual me hace hervir de la misma intensa manera que lo hace el cambio en su preciosa mirada.
Con una velocidad implacable, Sebastián camina hasta donde me encuentra y entre sus brazos toma mi cuerpo juntando, fervientemente, sus labios contra los míos. El contacto no es como el suave beso de hace unos minutos en el restaurant, sino como la atrevida reclamación que había hecho en la cocina de mi casa. Sus manos recorren mi cuerpo con una ansiedad que aviva mi deseo, presionándome contra el suyo como si nada más necesitara ese momento.
—¿Qué estas haciendo?— sus labios rozan los míos, con un aire de incertidumbre que siento duele y confunde.
—No lo sé...— digo con una honestidad que tiembla en mis manos, viendo su leve sonrisa y como su boca vuelve a acercarse a la mía.
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{ I } SUEÑOS INOCENTES
Teen Fiction✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞ Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...