✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo que pudo haber sido una divertida tarde en la cama, se vio interrumpido por el llamado de Henry.
El menor de los hermanos anuncio su viaje de última hora a Paris por trabajo, acudiendo a su hermano por ayuda ya que su madre, Julianne, se encontraba aquí al parecer por una temporada y sin alguna vacilación, Sebastián le indico lo que harían.
El entusiasmo por volver a verla se había apoderado de ambos, sin embargo, antes de salir, otros asuntos de trabajo nos detuvieron por unos minutos y mientras Sebastián se encargaba de ellos, yo me dedique a recorrer zonas de su hogar que aun desconocía.
Una de aquellas era la zona que ubicada a un lado de la maravillosa biblioteca que él poseía. Pasar por ese lugar y no quedar estancada en el era sin duda una especie de milagro, pero, desde que todo esto comenzó, me había dado cuenta que mi curiosidad le ganaba a todo.
Siguiendo el único camino que había, se encontraba un pasillo lo bastante extenso, el cual te llevaba a la única puerta en esa parte de la casona. Con lentitud, di los pasos que necesitaba y cuando ya me encontraba frente a la puerta, sin espera alguna, mi mano abrazo el pomo dorado de esta, y lamentablemente, la habitación estaba asegurada.
Con una mueca en mis labios, me aleje unos centímetros, sintiendo esta ola de tremenda curiosidad y sospecha por lo que sea se encontraba al otro lado.¿Qué habría para mereces poner bajo llave?
—Cath...— su llamado me tomo completamente por sorpresa y sin dudarlo, regrese rápidamente a la zona de libros, donde al verme, su mirada me recorre de pies a cabeza bastante curioso. —Es hora de irnos.— indica y yo asiento con un entusiasmo aun alterado.
Camino a su dirección y antes de abandonar la habitación, giro mi rostro a él y hablo.
—¿Qué hay en esa habitación?— pregunto sabiendo que no necesitaba hacer especificación alguna.
Su mirada se estremece suavemente y su rostro, de manera lenta y pasiva, se gira y observa el pasillo por el cual hace segundos yo había aparecido.
—No pensé que fisgonear era lo tuyo...— dice con una soltura increíblemente agradable, no obstante, sus palabras me hacen preocupar. —No lo hice...yo...solo...me causa curiosidad.— alzo mis hombros por pura inercia, sintiendo una combinación de nerviosismo y culpa muy extraña.
Por un par de segundos, en total silencio y quietud, sus ojos azules me acarician y antes de acercarse completamente, levanta su mano y juega, como ya tiene de costumbre, con un mechón de mi cabello, viéndose casi de inmediato la hermosa sonrisa de costado que se dibuja en sus labios.
—Me gusta un poco tu curiosidad...— dice y contengo el gesto de mis labios, encantada por la manera tan cariñosa en que he sentido su voz. —¿No me dirás?— inquiero, no olvidando lo que quiero y él sonríe a través de un pequeño bufido.
—Es solo una habitación. Nada importante.— contesta, sabiendo muy bien que esa es la señal para dejar el asunto hasta ahí.
Acto seguido, tomo mi mano entre la suya, con aquella misma delicadeza y calor que las veces anteriores e indicó nuestro camino a la salida y para mi sorpresa, el hogar de Henry no quedaba particularmente lejos. Al llegar y ver la propiedad, era claro que el menor de los hermanos vivía en un lugar lleno de paz y comodidad.