{68} Tres Meses

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[ 24 de Diciembre, 2009 ]

[ 24 de Diciembre, 2009 ]

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             Veo la gran caja sobre mi cama y no puedo moverme. La sorpresa me ha golpeado de manera horrible. En mi cabeza solo deambulan los recuerdos de aquella tarde; el sufrimiento de una perdida que sigue demasiado intacta.

Suspiro largamente y tomo asiento en el espacio vacío de mi cama. Toda esta situación era infernal. El dolor era como un hoyo en mi pecho; un hoyo que crecía y crecía a cada día un poco más y tenía miedo de que no hubiera jamás un tope o aún peor, que no fuera capaz de sanarlo.

Habían sido tres meses donde nada hacía sentido y donde extrañarle se había convertido en el peor de mis martirios y mis sueños se habían transformado en las peores pesadillas. Él me había dejado, se había ido de mi vida y no sabía como continuarla luego de tanto vivido juntos.

—Hermana...— como ha sucedido este último tiempo, la voz de mi hermana me arrastra fuera de mis tormentosos pensamientos.

Alzo la mirada y la veo ingresar a mi habitación. Ella me sonríe con una dulzura que no me hace sentir tan bien como debería.

—La cena ya estará lista.— comunica.

Yo solo asiento y un nuevo cansador suspiro escapa de mis labios.

—¿Necesitas ayuda con algo?— pregunta y mi mirada se arrastra a ella.

Sé que ella se refiere a algo más que mi vestimenta para la cena de navidad. Sé muy bien que sus palabras contienen una profundidad más intensa.

Tratando de mostrar la misma dulzura que ella me ha mostrado, sonrío y veo lo hermosa que se ve. Ha escogido un atuendo que hace resaltar su belleza juvenil a la perfección.

—Te ves hermosa.— susurro y ella me agradece el halago.

Se acerca. Cuento sus pasos y sucede lo que me ha sucedido varias veces desde que estoy de regreso en casa. Mi mente, demasiado fuerte, me lleva a un trance que está lleno de nuestros recuerdos.

—...¿no es verdad?— cuando logro escucharla, no sé de qué se ha tratado lo que parece una pregunta.

—Lo siento, no estaba escuchando...— digo sincera, notando inmediatamente lo que ella hace. Sus manos acarician los bordes de la caja de regalo que sigue sobre la cama.

—Preguntaba si la abrirás o no.— dice y es una de las tantas cosas a las que temo responder.

Alejo la mirada, sintiendo la ola de emociones que como todos los días desde mi regreso vuelven y se van, una y otra vez. Una y otra vez.

—No puedo abrirlo.— digo simplemente.

—Puedo hacerlo por ti.— dice inmediatamente. —O puedo deshacerme de él si no quieres abrirlo.— la observo de golpe y creo que el pánico que ve en mi mirada le hace sentir muy mal.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora