{26} Curiosidades

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Me desentiendo de mi aparato celular cuando el mensaje a mi hermana se envía, esperando que mis palabras fueran suficientes para ella y su preocupación por no reportarme

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Me desentiendo de mi aparato celular cuando el mensaje a mi hermana se envía, esperando que mis palabras fueran suficientes para ella y su preocupación por no reportarme.

Acomodo la bata gris a mi cuerpo de mejor manera, anudándola alrededor de mi cintura con adecuada fuerza e inevitablemente, mi mirada cae en el lugar donde hace menos de quince minutos nos habíamos encontrado ambos y donde hace más de veinte minutos su juego con la fusta había comenzado.

Nunca había experimentado una situación como aquella y sin duda, mi mente estaba inundad de nuevas interrogantes con relación a eso. Él había mostrado un poco más de lo que el estar a su lado significaría y sinceramente, no sabía cómo eso me hacía sentir.

—¿Estás hambrienta?— su voz inunda la habitación y al alzar la mirada me encuentro tremendamente agradecida.

Da los pasos que necesita fuera del baño, mientras mis ojos no pueden dejar de observar la deslumbrante obra que él es al encontrarse a torso descubierto.

Mis dientes toman prisionero a mi labio inferior y el gesto duele con la misma lentitud que mi mirada logra alzarse hasta la suya, notando el levantamiento de una de sus cejas a mi descarado acto.

—Sip.— digo, haciendo un suave gesto con mis labios de aprobación.

—Me refiero a comida.— aclara él y soy yo quien ahora alza una ceja a su dirección combinando a la perfección con la pequeña sonrisa que le regalo.

Su traviesa mirada me fulmina y decide castigarme de la peor manera, tomando una remera cualquiera para así cubrirse.

—Debo irme a casa.— digo y él camina a mi dirección tan extraordinario como siempre.

—¿Quieres irte a casa?— pregunta y luego, sus ojos azules me capturan con esa fuerza mágica que es la fuente de su hechizadora manera de ser.

¿Irme? En ese minuto, y si de mí dependiera, nunca jamás dejaría aquella habitación y siendo totalmente verdadera a aquel salvaje deseo, niego lentamente.

Con tranquilidad, su mirada analiza mi rostro, seguido aquello de la dulce caricia de su mano contra mi mejilla, extendiendo después la misma en el aire paciente por una reacción de mi parte y obviamente, no titubeo en darle lo que me está pidiendo.

—Haz una llamada o envía un mensaje y quédate conmigo.— lo último ha sonado tremendamente privado, de la misma manera en que lo es el gesto de sus manos sosteniendo mi cuerpo contra el suyo; es privado y apasionado.

—¿Dormiré aquí contigo?— pregunto.

—Por esta noche podemos hacer una excepción, además, lo serio comienza el lunes.— me recuerda él esta vez y por eso mismo, una pequeña sonrisa se forma en mis labios la cual él replica de manera más suave y preciosa.

Toma mi mano entre la suya y nos hace caminar fuera de la habitación, hasta el primer piso, donde nos dirigimos a la cocina y dentro, me indica tomar asiento en uno de los lindos taburetes ubicados alrededor de la encimera y él no demora nada en prepárame lo que es un muy contundente sándwich.

{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora