Capítulo 8

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He decidido que ya no reprochare sus palabras, él no me necesita como amiga, quiere a alguien a quien tener solo cerca para que lo escuche sin necesidad de que esa persona responda.

Pasaron varias conferencias este día yo solo me digne a leerle los materiales para los nuevos edificios exactamente como decían, no hable más; me dio 2 horas para almorzar así que le pedí a el señor Austin que me llevara con mi madre, el hospital locamente se siente agradable, tengo que terminar de entender que donde vivo no es un hogar y donde he residido no es mi casa.

Mi madre cada vez está más delgada, más pálida y más triste, solo me provoca sacarla de aquí y llevarla a donde quiera, pero temo que muera en el camino, me han dicho los doctores que está respondiendo bien, pero su habla ya no está presente, sus movimientos fueron reducidos, ¿qué tengo que hacer?

Dios, mi querido Dios, te pido de todo corazón que hagas con mi madre lo que tengas que hacer, que pare de sufrir, le rogaba junto a ella mientras sollozaba. Dios, tu qué vez a todos como tus hijos ayúdala, llévala contigo a la luz aunque me duela en el alma, llévala a que este junto a ti y pare de sufrir ¡oh mi Dios dame fuerzas y a mi madre también!

Estaba tan sumergida en mis pensamiento, en mis tristes ideas, que fue una llamada la que me sacó de ese trance, era de un número desconocido la verdad por eso que no quise atender, pero el sonido hacía que mi madre se estremeciera como si del viniera su dolor.

— ¿Quién es? -dije, sin interés alguno

—Soy Christian, ¿Dónde estás? Te dije 2 horas han pasado 3 horas, ¿para qué te pagó?

No sé qué ocurrió con él, pero me recuerda mucho a uno de los libros que me entrego, "11 minutos" de Paulo Coelho, el hombre que le ofrecía a la mujer el mundo de los mejores colores hasta que mostró que en realidad lo dejaría en negro y gris, lo he leído en el camino a la clínica y mientras estaba esperando que me dejaran ver a mi madre.

El señor Austin me esperaba en la puerta principal después de haberme despedido de mi madre, no quería irme sinceramente, pero no quiero que me griten más, ni me regañen más, y mucho menos ese hombre, el camino fue silencio no espere más por lo que he notado usualmente es así.

Subí en el ascensor hasta la oficina de Christian, estaba en su escritorio tomando, supongo, Whisky, se percata de mi llegada y deja el tragó en la mesa, me pide que me siente al frente de él, lo hago.

—Haz estado muy callada –comenta- ¿tu madre ha estado mal? –me parece tan descarada esa pregunta

—No –una respuesta corta y sencilla

Posó mi mano encima del escritorio para poder apoyarme en él, puedo asimilar que Christian lo sintió puesto que intento hallar mi mano, simplemente la retire de allí, no necesito de él más que mi pago y este absurdo trabajo.

—Has estado distante –lo había entendido como una pregunta pero por su tono de voz fue una aclaración

—Solo hago lo que usted quiera, cuando quiera y donde quiera –no quería escuchar más de él así que salí dejándolo solo en esa inmensa oficina.

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a diferencia de muchas escritores, yo no espero que la lean millones de personas porque para mi es un gusto poder compartir lo que escribo sin embargo me haría muy feliz saber que tengo el apoyo de alguna de ustedes, por favor solo pido un comentario o una estrellita, con mucho amor Shia Fear.

Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora