Capítulo 49

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Las clases fueron aburridas y comunes, le había contado todo a Hope, se puso pálida tanto como yo cuando le dije que mi padre sabía que había mentido, pero luego le conté la sorpresa de Christian, claramente mencione brevemente porque me quede en su casa, ella lo entendió a perfección, de hecho, me dijo que no debía decir más.

Elijah se la paso con nosotras en el almuerzo, las demás chicas nos veían con recelo, es un efecto que es casual cuando estas con uno de los Patterson, hablábamos de puras estupideces hasta que tuvimos que volver a clase, el timbre sonó y no me pude alegrar más, quería ver cuáles son los planes de mi padre.

Mi teléfono sonó cuando nadie estaba en el estacionamiento esperando por mí, un helicóptero empezó a sonar, en el teléfono había un mensaje de mi papá.

—Sube por las escaleras, a la azotea, Con amor, papá

Hice todo lo que pidió, ahí estaba, toda la escuela se había posicionado en el medio del estacionamiento mirando hacia nosotros, mi padre me tendió la mano y subí a este helicóptero, en el camino hablamos abiertamente como si nada hubiera pasado esta mañana, me sorprendí al ver al aeropuerto.

—¿A dónde vamos? –pregunte curiosa

—¿Te gusta lo extremo? –me quede pensativa

—¡SI!

Viajamos en el avión privado, en MI avión privado por lo que mi padre me dijo, no estaba acostumbrada a estos lujos pero no me venían mal de vez en cuando, duramos muchísimas horas en el avión, dormí demasiado, mi padre me informo que el viaje sería durante todo el fin de semana, y estaba terminantemente prohibido usar el teléfono, incluso me lo quito.

Por fin llegamos a Nueva Zelanda, al aeropuerto de Queenstown.

—Haremos algo que te encantara –estaba tan emocionada

Manejamos por unas dos horas, lo cual ni me di cuenta, estaba fascinada con la vista, habían muchas personas en el lugar donde estacionamos, mi padre había tomado mi mano, y se asustó cuando pegue un grito.

—¡ES BUNGY! –grite

—Se le conoce a Nueva Zelanda por este lugar turístico –me explico Thomas

No tuvimos que hacer la fila, como cosa extraña el conocía al dueño y encargado del lugar, cuando me amarraron mi corazón se iba a salir, latía tan fuerte que me exigieron que me calmara si no, no lo podría hacer, por lo tanto respire profundo ya lista para saltar, no dude en el momento en que me gritaron que saltara.

Todo mi cuerpo gritaba por la adrenalina, la vista era más que perfecta pero la sensación era algo de otro mundo, solo pude susurrar "gracias mamá", sabía que ella me ayudo a llevarme bien con mi padre, me ayudo a mejorar mi vida, a ayudarme con Christian, se fielmente que ella lo hizo todo. Nunca quiso que estuviera sola.

Cuando subí, mi padre me esperaba feliz, solo pude lanzarme encima de él y caer al suelo, él prefirió no hacerlo, sin embargo no lo presione, sabía que tenía sus razones, nuestra relación de padre e hija cada vez iba mejor, me di cuenta que este tipo de regalos no son para mostrar todo el dinero que posee, es más para gastarlo en algo que él realmente desea hacer.

—Te amo, papá –le dije mientras cenábamos, sus ojos se aguaron

—Te amo mucho más mi rayito de luz

Todo ese fin de semanas se transformó en un viaje perfecto, no hay otras palabras.

Fuimos a las aguas termales de Rotorua, al jardín botánico de Christchurch que por su nombre me recordó a Christian, a la cascada de Milford Sound, hicimos ciclismo de montaña en Nelson que fue una travesía total, nos cansábamos cada 10 minutos, al viñero Marlborough que salí algo ebria, mi padre solo supo burlarse de mí, a la Cuevas de Waitomo donde hice rápel, mi padre me abandono en esta actividad, a él le gusto más la navegación de vela en Bay of Islands y por ultimo hicimos esquí en el Glaciar Tasman, donde me hice morados en todo mi cuerpo, casi muero de frio, lo más surreal es que todo fue en 3 días, terminábamos una actividad y tomábamos un helicóptero que nos llevara a la siguiente.

Este fin de semana solo se trató de nosotros, ya en el avión de vuelta a Australia, sentía que volvía siendo otra, había experimentado un montón de cosas desconocidas, ojala Christian hubiera estado con nosotros, pero lo traería a hacerlo junto a mí, me encontraba más que cansada cuando aterrizamos en esta tierra del sol.

Baje soñolienta dándome cuenta que eran las 2 de la mañana.

—Gracias por regalarme esta experiencia contigo –sonreí abrazándolo mientras caminábamos a la camioneta

—Gracias a ti por hacer mi vida más feliz –lo abrace con más fuerza

En el auto prendí mi teléfono, tenía casi 500 notificaciones entre llamadas y mensajes, Christian me debe estar odiando, ¿sería justo si lo llamo ahora?, estábamos cerca del 25 de diciembre, solo faltan dos semanas, el teléfono repicaba y mi padre me veía sabiendo que hacía.

—¿Quién? –contesto una voz aguda, algo en mi callo, corte

No sabía que debía pensar, pero si sabía que debía hacer, le rogué a mi padre que me dejara en donde Christian, normalmente siempre una camioneta va detrás de nosotros por lo tanto le dije que dejara esa, y que sus hombres me llevarían, antes de subir al penthouse me disculpe con los guardaespaldas.

—Discúlpenme ¿sí?, es solo que es algo urgente –ambos sonrieron y uno se bajo

—La acompaño –no quería pero sentía que él me ayudaría mucho esta vez

Subimos en el ascensor y Erick se atrevió a preguntar.

—¿No está solo? –yo solo suspire

—Eso es lo que vinimos a ver –lo mire asustada

Llegamos al piso, este automáticamente me pedía una contraseña que me permitía entrar, la noche que vine Christian me la había dicho, todo se encontraba tranquilo mientras yo me acercaba, tal vez no estuviera aquí, ¿y si está en casa de la mujer? Y como si mi mente la hubiera llamado, esta apareció en ropa interior.

Todo dolía, ella me sonrió como si supiera quien era, y ahí entendí una cosa, de hecho fueron dos, o esta zorra lo estaba haciendo para hacerme sentirme mal, o en serio Christian había estado con ella, por favor no, todo está muy bien para acabar así, por favor.

—Tú debes ser Amanda, mucho gusto, soy Alessandra –me tendió su mano pero yo la ignore y me adentre en el apartamento, ella intento seguirme pero Erick la agarro, si sirvió de algo

Revise absolutamente todos los lugares, no estaba, ¿entonces dónde estaría?

Uno, dos, tres timbres tuvieron que pasar para que me contestara.

—Se te está haciendo costumbre ¿no? –la voz amargada de Elijah me hizo sonreír

—¿conoces a una tal Alessandra? –pregunte

—Si, ella por un tiempo intento enamorar a Christian, pero solo tuvieron sexo repetidas veces, ¿Por qué? –pregunto curioso

—Ella está en el penthouse –dije

—¿Cómo lo sabes?

—Porque yo también estoy aquí –dije apenada – ¿sabes dónde está Christian?

En el fondo se escuchó unos ruidos, después unas cuantas groserías hasta que por fin escuche la respiración de alguien.

—Ya voy para allá –me quede en la cama sentada a esperar, pero luego pensé que sería mejor ver a la zorra que estaba aquí

Ahora se encontrada sentada en el sofá, Erick estaba sentado a su lado esperando respuestas, negué con la cabeza, él se sorprendió, creo que esperaba más drama que mantener a una mujer quieta, pasaron 20 minutos para cuando Christian llego, estaba despelucado, cargaba una camisa blanca de algodón, y unos pantalones negros, su cara era de poker.

Se acercó a mí, y me di un beso rápido en los labios, en cuando vio a Alessandra se tensó, sus ojos azules estaban como un mar oscuro y profundo, ella mantenía su cabeza agachada, Erick se levantó y se paró de mi lado.

—Creo que es mejor irnos –me susurro

—Sí, estoy totalmente de acuerdo contigo, Erick –dijo Christian, no quería hacerlo pero Erick me llevo casi cargada, Christian espero a que me fuera para reaccionar, estaba molesta, ¿Por qué simplemente no podía escuchar que le decía? Mañana me escuchara


Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora