Capítulo 30

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Tras cerrar las puertas del balcón, el miedo empezaba a apoderarse de mí, por alguna razón aquella valentía que había salido desde mi interior se había deteriorado en el camino, ahora el miedo me invadía, simplemente no podía moverme, y es loco como de un segundo cambio, pensaran que soy la persona más bipolar del planeta, aunque no sé si lo mío se pueda llamar así.

Derek me veía sonriendo mientras hacia un no lento con su cabeza.

— No necesito que lo hagas, no ahora cuando te ves como un animal indefenso frente a un depredador

— Pero me retaste –dije como una tonta

— No quiero Amanda, primero trabajaremos en que seas capaz de verte con los mismos ojos que yo te veo

— ¿Cómo así?

— Quiero que te aprendas amar antes que me ames a mi

Esas palabras marcaron y sobrepasaron la barrera del amor, nadie, nunca, se había preocupado, interesado o notado esa gran pelea que tengo en mi interior con mi cuerpo, aunque si una persona lo hizo pero ¡Por Dios! Solo haz como si no existiera, por años he estado así, y él, en tan poco tiempo quiere ayudarme a cambiarlo, a veces pienso que es demasiado bueno para ser real y luego recuerdo que hay personas realmente buenas.

— Eres lo más especial que alguna vez he tenido –confesé

— Eres lo más especial que alguna vez tendré –confesó

La noche se hacía presente y yo tenía trabajo, aunque ya había tenido una discusión con Derek acerca de eso no podía dejar de ganar mi propio dinero, él lo sabía y aunque no le gustara respetaba cada decisión que tomara acerca de mi misma, por suerte entendía lo que era la independencia, sobre todo para una persona como yo.

— Derek ya me voy –grite desde la escalera

No escuche respuesta

— Derek –grite esta vez

Lo iba a volver a hacer pero una de las ayudantes de la casa se me acerco.

— Derek salió señorita, uno de los empleados la llevara a su trabajo

Para ser sincera sentía una molestia pequeña en mí, ¿Qué tan difícil era decir que saldría?, sé que me estaba bañando, que me arreglaba pero no le quitaba nada de su tiempo hacerlo, y mucho menos del mío, creo que cuando lo vea se lo diré.

El camino fue muy animado el señor Chris era la persona más amable, agradable y humilde, hablamos de sus nietos, de su esposa, de sus hijos, y de todas aquellas travesuras que hizo, y como una vez llego hasta la frontera Canadá – Estados Unidos, para evitar que su esposa se fuera a vivir para allá.

— Muchas gracias señor Chris ha sido un gusto –dije mientras me bajaba del auto

— Igualmente señorita, Derek me dijo que la pasara buscando –insistió

— No, no, una amiga me llevara, tranquilo, muchas gracias

Tras esto se fue, y yo entre al hotel, me encontré con María y Penélope, cuando me vieron saltaron de la emoción, como si hubieran pasado muchos años sin vernos, sus tonterías era lo que más me encantaba de ellas, mientras, la gente pasaba y nos observaba como unas maniáticas, considero que es normal gritar y saltar ¿no?

— Perra, ya como conseguiste a tu príncipe azul y rico, sobre todo rico ya te olvidas de la clase media que te brindo tanto amor –decía dramáticamente Penélope

Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora