Capítulo 15

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No hablare de un mundo derrumbado de nuevo, ni de corazones rotos porque solo fue un mes tal vez, pero me siento afectada, lo que más me duele es que yo sabía que me mentía, supo de mi porque me vio, él me vio, que persona tan enferma miente de tal manera, tan cínico, ¿y la mujer a su lado no me afecta?, una prostituta más una menos.

Últimamente el mundo se volvió tan básico, tan infectado de porquerías, como si la vida fuera suficiente larga para jugar a ser malo y luego arrepentirse, Dios perdona y nuestra religión nos pide hacer lo mismo, pero una persona que juegue contigo en tu peor momento, que te prometa palacios, villas, aviones, islas, esa persona que te prometió amor porque sabía lo que necesitabas, esa persona no me daño, simplemente me oriento a el camino que debo escoger y él no está ahí. Por ahora.

— Estos son sus asientos señor y señora Patterson –dije como a cualquier otro invitado

— Amanda, hablemos por favor –me susurro al oído

Su mano sosteniendo mi codo fue lo único que me impidió seguir caminando, no por la fuerza que ejerció si no porque me permití escuchar que diría.

— Sé que te mentí que no soy ciego, esa noche si iba a tener relaciones contigo, pero decidí ganarte y luego te contaría la verdad, no podrás entender ahora, perdóname –me lo dijo casi sin aliento, pero en un susurro

— ¿perdonarle? no tengo nada que perdonarle señor Patterson –una sonrisa hipócrita, alejar su mano de mi codo y marcharme como si las palabras cruzadas fueran de dos desconocidos incapaces de tener una conversación real

— Te prometo que te recuperare –pensé que había sido mi cabeza pero fue muy real su voz

Se me acerca Penélope y María, mientras me acercaba a la puerta del baño, ambas me empujaron literalmente adentro, creo que me vieron con Christian, pero la verdad es que no tengo nada, amores vienen y van, millones de hombres en este país y moriré por el más idiota, no cariño, aprendí a clasificar lo que merece mis lágrimas.

— ¿Qué fue todo eso? ¿Por qué ese hombre te agarro de esa manera? Me asustaste –dice María angustiada

— Él es un hombre que conozco de Canadá, trabaje para él –digo mientras me lavo mis manos

— ¿le debes dinero? –dice Penélope como si fuera lo más común del mundo

— Penélope ¿eres tonta? Es obvio que eso no es, ese hombre la veía de una manera diferente –le hace entender María a Penélope

— Ese iba a ser el hombre por el cual susurraría cada noche –se escapó de mi boca

— No podemos estar mucho tiempo aquí pero después de salir iremos a cenar para hablar de ese bastardo –dice Penélope mirándome con pena

La noche fue común, entregar tragos, recibir halagos, tanto como malas caras de mujeres envidiosas deseando el cuerpo de la otra, pero gracias a Dios la noche pasó rápido, lo que más duro fueron las despedidas, había gente maravillosa realmente, mujeres increíbles, y hombres caballeros, de hecho me habían ofrecido un trabajo como modelo, pero me habían dicho que nunca debía confiar en dichos trabajos.

— Lista para irnos, querida –me jala María luego de haberme cambiado

Fuimos a un restaurante con ambiente latino, me encanto la manera en como los colores te hacían conectar a la alegría que se suponía que debías tener, los camareros nos habían comentado ser de Venezuela, definitivamente uno de mis destinos seria ese país, sus personalidades eran cálidas, graciosos, carismáticos.

— Es hora de contarnos todo acerca de ti

— ¿todo? –digo insegura

— Cariño, te prometo que ninguna de nosotras te defraudara, todas empezamos como tú –Penélope me sonríe, mientras María me hacía caras picaras

— Mi nombre es Amanda Hyde, soy de Vancouver, Canadá, mi madre murió hace menos de una semana, tenía cáncer, conocí a Christian porque una noche de necesidad decidí ser prostituta, no podía cubrir los gastos de mi madre en la clínica, esa noche que lo conocí estaba decidida a todo pero él me conto que era ciego, empecé a trabajar con él, y todos sus trabajadores me decían que era ciego, poco a poco él me iba encantando, pero tenía una particular manera porque muchas veces me trato mal, pero cuando abría la boca para decir algo tierno funcionaba, la noche que me viene a Australia él apareció a mi lado y me pareció el perfecto cuento, él estuvo cuando mi madre murió y eso significo mucho para mí, en el aeropuerto nos dimos nuestro primer beso, fue extremadamente tierno, pero le dije que no quería que me mantuviera, quiero vivir de mí, no de nadie, entonces se molestó y decidió irse en un taxi, solo y era ciego, no permitió que lo ayudara, nunca me dejo hacer de hecho, hoy cuando lo vi supe que todas mis dudas fueron reales, no era una sin corazón si no una tonta que cayó en la historia de un hombre, lo único que le agradezco es todo el dinero que me dio, pero se suponía que trabajaba para él creo que me gane todo eso ¿no?, aunque me gustaría pagárselo, no me duele porque hubiera llorado, y ni siquiera me gusta, pero creo que hizo algo en mí –solté por primera vez todo, el alivio que sentía se sentía irónicamente bien

— Te pregunte quien eras y me dijiste quienes fueron, definitivamente te gusta el señor Patterson –me hablo Penélope, lo sé fue lo único que pense

Y sin darme cuenta me encontraba llorando por lo que no me había dolido, por el que no me había roto el corazón y por la corta historia que tuvimos, junto a dos personas casi desconocidas pero me sentía tan querida a ellas, que era como contarle la historia a un viejo amigo, que apreciaba. 

Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora