Capítulo 31

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José creo que sintió lo mismo que yo, pues sin decir una palabra se fue, la cara de Derek era de póquer, sin embargo yo no he hecho nada malo, y no puedo olvidar que él salió sin avisar, yo estaba en mi trabajo solo que luego salí con mis amigas y este muchacho me trajo hasta aquí amablemente pero mi error fue no decir que tengo novio, eso lo omitiré.

— Son las 4:30 de la mañana, se suponía que salías a las 12 y para mi sorpresa llegas con un hombre que pide que lo beses ¿de algo me perdí? –la casa se sentía abandonada y fría

— Salí del trabajo y fui con mis amigas a comer, eso es todo –lance

— ¿Comiste con tus amigas por 4 horas? –me miraba incrédulo

— Sí, teníamos mucho que no nos veíamos

— ¿Y ese tipo qué? –segundo round

— Es el mesero que nos atendió, es que –no pude seguir contando debido a que me recordé de todo y me dio una pequeña risa hasta que escucho una burlona

— Que divertido ¿no?, te atendió y ya dejas que te traiga a mi casa –hizo énfasis en el mi –y además se iban a besar, increíble las joyas que uno consigue

— Fue solo una broma de mis amigas, además que ni siquiera lo iba a besar, y yo se claramente que es tu casa –hice el mismo énfasis que él

— Eso claramente no era lo que yo veía –escupió como víbora venenosa

— No voy a discutir contigo Derek, podemos hablar más tarde necesito dormir

Preferí dejarlo hablando solo a terminar alguno de los dos diciendo una estupidez ya que al ritmo que íbamos era posible que el fuera el que comenzara, y es que entiendo que pueda estar molesto por ver que ese tipo me quería besar pero ¿no noto que yo no quería? O ¿Qué me estaba apartando de él?

Y desde las escaleras a punto de entrar a mi cuarto escuche.

— Se me olvida que solo eres una niña

Pero Dios me doto con el gen de la sabiduría y la paciencia, aunque tengo una frivolidad parecida a la de un asesino, y por desgracia él la ha despertado, no hay nada que me moleste más que me llamen niña, está bien tengo 17 años, sin embargo creo que he pasado lo suficiente en mi vida como para que me llamen por ese nombre.

Cerré la puerta de la habitación educadamente porque ella no tiene nada que ver con mi molestia en estos momentos, Derek ni por un segundo nombro a donde fue, o que hizo mientras que a mí me estaba lanzando cuchillazos, y por supuesto antes de tirarme a la cama puse el seguro a la puerta.

Sin pensarlo me metí a bañar, luego me puse la pijama, ya estaba lista para dormir; caí en un sueño profundo, empecé a soñar con mi madre, de verdad estaba con ella, no deje que pasaran los segundos y la abrece como no pude el día que murió, me conto lo feliz que estaba y como mágicamente el cáncer ya no existía en su cuerpo, todo se sentía tan real, tan confuso al mismo tiempo, pero muy dentro sabía que ella había muerto hace unos meses y esto no era más que un sueño pero yo soy creyente de la vida después de la muerta y ahora más que nunca lo siento así.

Desperté asustada por un ruido odioso que me saco de mi sueño profundo, mientras calmaba mis nervios note como mis ojos lloraban y solo pude sonreír tras recordar aquel reencuentro con mi hermosa madre, sin embargo la paz no se permitía un segundo más, la puerta estaba que prácticamente se desprendía por tales golpes, tuve que ir, sin querer, a abrir la puerta.

— ¿Era tan difícil abrirla hace una hora? –hablaba un molesto Derek

Simplemente al despertarme no lidio con personas así, se dé que soy capaz de decir y hacer cuando estoy en la vulnerabilidad que poseo ahora, prefiero que él diga lo que quiera, si son unas disculpas por su estúpida actuación de ayer será otra historia que contar pero si es para seguir la pelea diré todo lo que tengo en mi cabeza.

— ¿Y ahora resulta que la señorita me ignora, no? –inhala, exhala – ¿será que tu cerebro tiene la capacidad para decir una palabra? –no me provoques Derek –Ya veo que no eres solo una estúpida niñata de secundaria o no disculpa, creo que ni siquiera sabes lo que es eso ¿no?

— Derek, cuando te relajes, por favor, no me busques –estas son las razones por las cuales no debí aceptar vivir aquí

— Ni se te ocurra irte de esta casa –me grito –esta es una discusión entre novios

— ¿Novios? Si acaso ¿tú eres algo mío? Una niñata como yo no merece a tal hombre como tú –sarcasmo

— ¿Entonces no somos nada? Y ¿los besos, las historias, las confesiones, eso nunca fue nada para ti? –su cara se había transformado a decepción como si mía fuera la culpa

— Fueron todo para mí, pero mira todo lo que has dicho ¿Qué persona con cabeza quisiera escuchar ese tipo de comentarios cuando tiene una discusión con su "novio"? Lo peor del caso es que yo soy la culpable de la pelea pero tranquilamente podemos tener otra acerca de ti fuera de esta casa sin paradero alguno

— Eso no es tema ahora –se excuso

— ¿Por qué no? –cuestione

— Porque yo puedo hacer lo que me plazca cada vez que quiera –sonreí

— Ese es el punto cariño, yo también

— No, tu no –se alteró un poco y por malvada pura solo quería hacerlo explotar

— Claro que sí, podía haber besado a José si hubiera querido y tú no eras nadie para decir que no –la bestia se había despertado y lo tenía peligrosamente cerca, como quería

— A la única persona que puedes besar es a mí, tengamos eso claro –reí como si hubiera sido un chiste

Y surgió lo que nunca pensé que pasaría, me beso, como si esa fuera la manera de silenciar nuestras palabras hirientes, como si así pusiera fin a toda esta estúpida pelea y recordara lo que somos el uno para él otro, porque aunque haya dicho que podía haber besado a José eso no pasaría ni en un millón de años, más daño me hubiera hecho a mí que hacerlo a alguien.

— Solo bésame ¿sí? Por favor, eso es lo único que quiero o no también te quiero a ti –así me callo por completo de la manera que solo él podía hacer

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Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora