Capítulo 10

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Sus palabras entraron a mi cuerpo y lo hicieron erizar como si su tacto estuviera en mí, como si él estuviera tan cerca que mi cuerpo me alerta del peligro, pero no lo sé, no sé qué decir, qué responder o cómo actuar. El simplemente se levantó del suelo y con su mano me encontró.

— Sé que dije que no quería tener sexo contigo, pero como amaría hacerte el amor solo a ti cientos de veces, pero primero quiero que seas mía de diferentes maneras –estoy en blanco, como si no estuviera allí.

— No lo sé –no sé qué paso conmigo, las palabras salieron de mi boca solas

— Confía en mí, y yo confiare en ti, pero primero me gustaría que confiaras en ti misma y así vieras el potencial que tienes

Saben esto es dudoso, pero mi mente me grita hazlo mientras mi corazón me susurra puede ser el elegido, pero ¿debería?, es decir tantas momentos que me ha hecho sentir como estúpida, que quita que eso cambie, una persona en un día no cambia, menos en horas, mucho menos en un instante, no, no confió en el.

— Dame una oportunidad

— No -¿hice lo correcto? ¿no? ¿sí? No lo se

El lentamente se separó de mí, como si en si se hubiera perdido una fe, ¿pero de qué?, no necesito más que mi madre por ahora, no puedo preocuparme por un hombre, no ahora, además tengo 17 años sigo joven como para encontrar el prospecto perfecto, no es que Christian no lo sea pero no me gusta la manera que me trata a veces.

— Disculpa por decir lo que no debía –dijo – pero también discúlpame por hacer esto

Sus labios actuaron ferozmente ante los míos, el tan frio y yo tan caliente, polos opuestos, mentes distintas, decisiones diferentes, pero todo, por un momento, un segundo tal vez, aunque se sintió como un beso de un año, se volvió una cosa, él y yo, un paraíso en una tierra lejana a la cual no me permitía llegar.

El beso termino con dos cuerpos rugiendo por aire, el mío rugía por refugiarme de nuevo en sus brazos, era una necesidad, no sé qué me pasa por un segundo pensé que sería absurdo pero ahora la absurda e idiota he sido yo, sus labios se mordían como si supiera que tanto me encanto ese beso.

— ¿Y ahora? ¿Es un sí?

— Ahora es un si actúas como un bastardo de nuevo es un no

Su sonrisa creo que literalmente ilumino toda la oficina y la mía le hizo compañía, armando un coral de alegría tras las puertas, que increíble este sentimiento de sentirte vivo, de tener algo, aunque no sepas si es real, aunque sea apresurado, aunque no lo conozca, pero que pierdo si ya no tengo nada más que mi mamá.

Tomo mi mano entre las suyas, las beso, y luego me susurro que nos fuéramos, no tengo idea a donde, pero me da igual quería sentir esto millones de veces más, esto de mirar a alguien y sonreír, de sentirte tonta cuando te miran y luego sonríen porque suponen cosas que para ti muchas veces son las mejores, mientras que otras las peores, pero hoy era el día en que hace una hora las personas creía que pensaban porquerías de mí, mientras ahora siento que todos piensan que soy feliz, que bipolar puede llegar a ser la vida, o solo yo.

Christian al encontrase con el señor Austin le susurro en su oído algunas palabras que no logre escuchar, el camino en la camioneta fue puro placer, Christian tomando mi mano mientras se mantenía con sus ojos cerrados, yo descansando en su pecho impregnando mi nariz de su olor masculino, ¿Qué perfume usara? Nota mental preguntarle; mi teléfono hacia melodía en mi bolso que Christian había comprado para mí, supongo, pero no le di importancia, no había nadie importante a quien contestar.

El sonido se cayó y agradecí porque quería sentirme tranquila, llegamos a un no sé dónde, era como una cabaña, era bastante antigua por su estructura pero por dentro era un monumento perfectamente ordenado con lo mejor de lo mejor, los besos entre Christian y yo cesaron fácilmente, tanto como las charlas acerca de mis carros favoritos, sobre su rara selección de música, ha estado siendo una noche maravillosa; el teléfono vuelve a sonar y esta vez son más las veces en que se repiten.

— Atiende tonta –me pide Christian, yo solo sedo

Saco mi teléfono del bolso, era un número desconocido además de ser numero de algún local, así que supuse que era alguien que se había equivocado.

— Buenas, ¿Quién es?

— Señorita Amanda Hyde le hablamos de la clínica donde su madre se encuentra internada –mi corazón por un segundo se para- lamentamos decirle que su madre ha fallecido hace más de una hora, pero usted no atendía el teléfono, le pedimos que venga lo antes posible –y en ese momento no sabía lo que era morir pero se sintió como si todo se alejara de mí.

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Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora