Capítulo 16

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Aunque intentara matarlo muy dentro de mí, en ese lugar lleno de sentimientos se concentraba una gran carga de lágrimas a punto de ser mandadas a la superficie; Christian no me amaste, fue un mes, nada fue real, tu no fuiste real, no fuiste tú, simplemente saca de tu cabeza la idea de amarme ese sentimiento no sale a flote en 3 días; como si fuera fácil creerlo, o siquiera sencillo no atender sus llamadas, no leer sus mensajes, incluso cuando él no tenía mi numero nuevo, lo encontró, no dejaba de buscarme, nunca lo ha hecho, después de 3 meses.

Seguidamente llegaban grandes cantidades a mis cuentan bancarias, cosa que siempre debía devolver, no sé qué pretendía con el dinero sabía que no me importaba podía ganarme mi propio dinero, jamás seria la misma cantidad pero era mío y eso valía mucho más, esa misma tarde me llamaron para avisarme que había surgido una cena y que me necesitaban, la verdad que mi trabajo era divertido en todos los sentidos.

— Señoritas es hora –nos avisó el jefe, ya estábamos listas para recibir, halagar y sonreír

Esta no era cualquier cena era más una fiesta de cumpleaños para el hijo de los Hillferger, un apuesto hombre de 20 años, y por mi suerte o desgracia la mayoría de las veces el me llamaba para pedir cualquier trago, resolver alguna duda, o para molestar, eso me incomodaba un poco pero él nunca pretendió pasarse de la raya y lo agradecía.

— Amanda, este tal Derek esta preguntado por ti –me informo uno de mis compañeros, resulta que también trabajan hombres con nosotras lo que era mejor, caras nuevas

En mi búsqueda por el cumpleañero me lo encontré en una terraza observando la hermosa playa que tiene Australia como paraíso, se encontraba concentrado como si tuviera la necesidad de descifrar como pudo haberse creado ese paisaje justo al frente de él, era extraño el hecho de que en su propia fiesta fuera el menos interesado.

— Con permiso señor me han avisado que ha preguntado por mí, ¿necesita algo? –me he acostumbrado a hablar de tal manera que a veces incluso cuando salgo con mis amigos empiezo con esa cortesía

— ¿Qué si necesito algo? Si –dijo sonriendo tiernamente –creo que puedo necesitar de una mente femenina en este momento, y resulta que de todas la de menos interés en mi has sido tú –mi cerebro no lograba entender si era una pregunta disfrazada o un halago por no ser "lanzada" a su tipo de hombres

— Resulta que los hombres de estas fiestas no son de mi interés, discúlpeme si le he molestado –su risa fue algo que no espere venir, la verdad que su tipo de gente no hacia eso, no muy a menudo

— Yo sabía que tenías algo en serio –dijo volviendo su vista a la playa

— ¿algo? –no pude dejar de lado mi curiosidad, además que lo sentí más como un impulso

— Si, tienes algo que es como un tesoro en tus ojos que esperas que nadie lo descubra es simplemente extraño –me invito a sentarme junto a él

— Supongo que gracias señor, pero ¿para qué necesita una mente femenina en su día? –él suspiro cansado como si fuera de ello lo menos que quisiera hablar

— Está bien, bueno ahí va, supongamos que eres yo, en tu vida has estado con muchas mujeres, por supuesto encantadas por tu bolsillo, pero ahora que cumples 20 años tus padres desean que te cases, pero no con una mujer que ames, que te cases con la hija de su socio mayoritario en una de sus empresas, ella es hermosa, sexualmente caliente, una mujer para exhibir ante todos, ¿lo harías?

— ¿es una mujer inteligente, humilde, tenaz, capaz de tener sus propias ideas? –pregunte

— No, seria ese esposo que solo tiene una máquina de sexo –se sentó mejor en el mueble para buscar comodidad

— ¿a ti te gustaría ser esa clase de esposo? –me sentía terapeuta de alguien que sinceramente no tenía ni idea de quien era

— No, para nada, seria genial tener una esposa para tener conversaciones agradables, hablar de cualquier cosa y todo se torne divertido, especial, que todo se vuelva único estando con ella, lo más loco es que estoy teniendo una conversación más profunda contigo una mujer que no conozco de lo que he hablado con ella en toda nuestra vida –me miro apenado como si hubiera cometido un error, pero al mismo tiempo tenía esa mirada extraña desde el principio que me vio

— Es loco, pero agradable, mi nombre es Amanda, Amanda Hyde –dije y a la vez me sentía molesta por ser tan confianzuda

— Mi nombre es Derek Hillferger, tengo 20 años, soy heredero de una gran fortuna pronto esposo de alguien que ni quiero, y seré infeliz toda mi vida, ¿Qué hay de ti, eres infeliz y millonaria? –se acomodó para así observar mi reacción, sentía que el sabia más de mil de todo lo que decía, pero solo fue un instinto

— Pues en algunos meses cumplo mis 18 años y no soy feliz, ni infeliz, solo soy neutral, una neutral pre-adulta de medios recursos con un buen trabajo –él rio como si fuera su payaso personal, me observaba con esa mirada que lo dice todo y a la vez nada

Veinte minutos después llego, supongo que, la madre de Derek, regañándolo porque había dejado sola a su futura prometida, pero lo mejor fue su manera de observarme era el desprecio y odio con que lo hacía como si creyera que sus millones eran mi meta en la vida, y es que no quiero nada de hombres millonarios tuve suficiente con uno que me toca topar en algunas fiestas.

Resulta que la pequeña cena se volvió un desastre después que Derek y sus amigos se emborracharon a tal punto que no podían caminar, solo que fue inteligente y lo hizo luego de que sus padres se fueran, nuestro jefe nos pidió a María y a mi llevarlos como si fuera ese nuestro trabajo, pero María me convenció de que sería divertido manejar un auto de la gama que ellos podían y nosotras no.

No es que supiera como manejar muy bien, pero eran 5 hombres que debíamos llevar, decidimos que sería a un hotel, primero no sabíamos dónde vivían, segundo no llegaría a alguna de sus casas, tercero tampoco quería hacer mucho esfuerzo por ellos, así que un hotel 5 estrellas fue suficiente para nosotras, pero todo comenzó al ver el auto de alguno de ellos, según el hombre encargado de entregarlos era de Derek, el chico que acaba de conocer, un lamborghini que jamás en mi vida había visto, ni en sueños.

Yo solo tenía conocimiento de cómo manejar un pequeño auto que tuve alguna vez pero no este, mucho menos de este tipo, sin embargo sería feliz manejándolo si chocaba, espero que no, diré que fueron ellos; al principio lo más difícil fue subirlos a los carros, María llevaba 4 de ellos, resulta que este hermoso auto solo poseía dos asientos, y por cosa del destino ya saben quién estaba junto a mí.

— Así que también eres mi chofer, esta fiesta empezó a tomar sentido señorita Hyde –dijo desde lo más profundo de su ebriedad sorprendiéndome por recordar mi apellido –esto será tan fácil –no entendí de que hablaba, que no vaya a creer que me acostare con él, ni loca

Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora