Capítulo 21

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Después del beso, nos reímos por lo sucedido pero ninguno se arrepintió del acto sucedido eso fue suficiente para arreglar mi noche, aunque Derek por respeto a mi decidió irse a su habitación, era mejor para mi pensar en lo que había ocurrido esta noche y además encontrar porque me era tan extraño ciertos actos de Derek.

Las horas pasaban y yo seguía pensando sin embargo mi desvelo no era por mis marcas, era por ese beso, en los 5 minutos que me tome para pensar en lo que debía quede en la conclusión de no tener miedo, no quedar con miedo y nunca tenerle miedo, suficiente seguiré con los labios de Derek.

La puerta se abre y puedo ver un Derek despelucado, soñoliento, y solo con su pantalón de pijama, se veía tan, tan, no lo sé es tan indescriptible, es de esos modelos que vez en instagram y quedas enamorada pero sin palabras, esa es mi reacción ahora.

— ¿Qué haces despierta? –pregunta con una voz sumamente ronca

— No tengo sueño, no te preocupes por mi ve a descansar –le digo mientras me siento en la cama, él hace una mueca de disgusto

— ¿y si duermo aquí? –dijo mientras se tiraba junto a mí en la cama –es que siento la necesidad de tenerte cerca –explico sin una pizca de pena mientras yo solo moría callada sin importarle mi respuesta me pidió que me acostara y me abrazo, de hecho me sentía más presa que cualquier cosa pero en cierto punto se sentía bien

Caí rendida junto a Derek, ya mi cuerpo se acostumbraba al suyo, era como un molde que tenía sus medidas, soltarme de sus brazos fue imposible, yo no es que fuera debilucha pero él es esa clase de chico que por muy robusta que seas te hace sentir pequeña, ese era mi caso.

— ¿A dónde quieres ir? –dijo mientras aún seguía con sus ojos cerrados

— Al baño y luego a revisar mi teléfono –le digo en un susurro para no aturdirlo

— ¿y si no quiero? –me atrae más a él, quitando la pequeña ventaja que había tomado para salir de sus brazos

— ¿y si en serio necesito ir al baño? –en serio quería ir

— Bueno –me soltó pero antes me advirtió que debía volver

Entre al baño, pero antes de cualquier cosa tome mi bolso, necesitaba una ducha fría, aunque sea horrible bañarse con agua fría es lo que hace que tus músculos se relajen, el frio entraba por mis huesos haciendo que mi piel se erizara, al salir miraba que ropa había tomado Derek para mí, muchos short y camisas holgadas, supongo que esa sería mi vestimenta.

Cuando termine de arreglarme, y hacer lo necesario empecé a buscar mi teléfono silenciosamente por todo el cuarto, mi bolso, el baño, la cama pero no estaba, poco a poco fui recordando que no lo había tomado, eso explicaba tanta paz en la noche, pero ahora necesitaba llamar a María o Penélope, o saber si debía trabajar.

— ¿Ya te diste cuenta que no trajiste tu teléfono? –me pregunto Derek desde la cama

— Si –dije estresada

— ¿Para qué lo quieres? –pregunto esta vez mirándome sin expresión

— Hoy tengo que trabajar así que debo llamar para saber todo –Derek se estiro tomando su tiempo para decir algo, eso me estresaba mas

— No –dijo mientras sonaba su cuello

— ¿No qué? –dije subiendo una ceja con incredulidad

— No trabajaras hoy –se levanta de la cama y sale del cuarto, lo sigo sin pensarlo

— Préstame tu teléfono por favor –ya me encontraba en mi nivel más alto de irritación

— No –dijo antes de cerrar la puerta de su cuarto

Decidí no seguirlo más así que observe su casa, tenía esa decoración de madera que te hace sentir en casa incluso cuando no lo es, las escaleras eran del tamaño de todo mi departamento, eso me causo gracia, mientras iba bajando observaba los cuadros de personas irreconocibles para mí, una señora se encontraba al final de las escaleras con una sonrisa como si supiera quien era.

— Buen día señorita Hyde –si sabía de mi

— Buenos días, dígame Amanda, ¿y usted? ¿Cómo se llama?

— Mi nombre es Clara, Amanda ¿tiene hambre? –amo esa clase de personas que inspiran vida solo con sonreír

— Primero ¿podría por favor prestarme su teléfono? –le sonreí pidiendo dentro de mí que aceptara

Sin pensarlo me llevo hasta el teléfono de la casa, así que obligando a mi memoria recordar el número de Penélope, era más que sencillo constaba de número que se repetían, después del tercer tono atendió, cuando escucho mi voz dio un suspiro de alivio y agradeció a Dios por mi aparición.

— Por dios ¿Dónde estabas? Te he llamado unas 100 veces –dice regañándome, la diferente entre ella y María, es que Penélope era una madre mientras que María era la hermana mayor

— Pasaron muchas cosas locas anoche –le conté todo, pero sin dolor como si no hubiera ocurrido, mientras que ella al otro lado de la línea sollozaba miles de veces mi nombre, le dije que nos veríamos en el trabajo, así que me dio toda la información y me obligo a quedarme en su casa, acepte sin problema, me era más cómodo estar con Penélope que con Derek

Al colgar el teléfono siento algo detrás de mí, al voltear era Derek sentado observándome, como si esperara respuestas.

— Tu casa es muy agradable, pero no nos tenemos confianza, además queda muy lejos de donde yo mayormente debo trabajar y me es más cómodo estar con mis amigas –lo miro a los ojos mientras le explico con mi mejor ánimo de agradecimiento, el que usualmente uso cuando trabajo

— No debería dejarte ir –dice irritado


Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora