Capítulo 12

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— ¿Dejarte? Si le estaba pidiendo a todas las animas posibles que te trajeran conmigo -dije dentro de una pequeña risa

Nunca habría pensado que una persona seria capaz de calmar el dolor del alma, que sería capaz de siquiera hacerte sentir aliviado, porque aunque el dolor continúe estará esa persona para que poco a poco te ayude a olvidar lo que dolor significa, en ese momento es cuando nos damos cuenta de cómo utilizar los hay, ay, he ahí, ahí de lugar está un hombre que nunca creí que sería para mi aunque admitió que si lo pensé, hay de haber millones de cosas que me gustaría compartir con él y tener la historia de amor, y esta el ¡ay como me encanta! De la expresión más bonita que puede pensar una mujer de algún enamorado.

Sus pestañas son largas, sus labios tienen la cantidad perfecta de grasa, sus rasgos faciales son el deseo de cualquier aspirante a modelo, no había tenido la oportunidad de detallar a una persona tan bonita físicamente porque todavía siento que no sé quién es, quisiera decir que me encanta en todos sus sentidos pero no es así.

Sé que todos tenemos pasados, pero eso no impide ser la persona que TÚ quieras, él podría ser mucho mejor de lo que es, aunque me he dado cuenta que trata a cada quien como debe, menos a mí, a mí me trata como le plazca, como el jure que es necesario y eso es lo que más me molesta, ¿por qué puede ser lindo con sus trabajadores mientras que conmigo es una hora un amor y las próximas veintitrés del día me trata mal?

—No te trato como me plazca te trato como soy -me dice aun con los ojos cerrados, primero no sabía que lo decía en voz alta, segundo que estaba despierto y tercero que me contestaría

— ¿De esa manera eres tú? -preguntó confundida, no tiene lógica

—Contigo soy Christian, ¿me entiendes?, con los demás soy el señor Christian, así que soy quien soy contigo y con los demás soy quien debo parecer ser, no confundas eso, tu conmigo eres un huracán, llegas destruyes, luego debo ver cómo controlar y agarrar todo lo que has dañado, pero con los demás eres tímida, cualquiera creería que de verdad lo eres, solo que no te has tomado el tiempo de saber quién en realidad eres, además que eres una pequeñín todavía

—No me siento pequeñín como tú dices qué soy, además que no soy tampoco un huracán más bien contigo me vuelvo un volcán, lo único que haces es cada vez encenderme más

—Me has dado el peor ejemplo para imaginar, pero me gusta, me gusta mucho de hecho -ríe aun con los ojos cerrados y me doy cuenta de lo que he dicho

La verdad es que no me acorde durante tantas horas de mi madre y eso me hace sentir mejor, reír, bromear, abrazarlo, que me comparta historias como si fuera la persona más experimentada y vieja de este mundo pero me gusta eso, me gusta que me enseñe lo que no sé, eso simplemente me enamora.

Sólo faltan una hora de viaje las cuales yo solo he dormido 4 horas no he podido dormir más, mientras que Christian no se dé él, por qué no abre los ojos simplemente habla así de la nada, pero seguro si le hablo está dormido, pero sí habló sin darme cuenta escucha todo, la verdad que me parece eso gracioso porque según el para que abrir los ojos si igual ve todo oscuro.

—Christian ¿Estas despierto? -preguntó con suprema pena

—Sí, ¿qué preguntaras?

—Es que no te preguntaría pero es que quiero saber cómo supiste que estaría en este avión quedaban 2 vuelos a la misma hora, direcciones diferentes ¿suerte? -por fin abrió los ojos

—No pequeña se llama tener nombre y dinero, y por supuesto, encanto porque esas señoritas están encantadas conmigo -ríe como si fuera un chiste para sí mismo

— ¿Con cuantas? -obviamente se habrá acostado con todas

—No te diré, no debes ni preguntar, ni saber

— ¿Por qué no? -voltee mis ojos, es fastidioso que no respondan lo que quiero saber

—No debes preguntar porque igual no responderé y no debes saber, eso no es tu asunto, a ti solo te importa saber quién soy yo, no con quien he estado

— ¿Y quién eres?


Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora